En Tierra del Fuego viene sucediendo un fenómeno que es observado tanto por los científicos, como por quienes utilizan los recursos marinos para fines turísticos o culinarios: la centolla, ese crustáceo tan característico y representativo de la cultura local, se ha vuelto un producto difícil de conseguir.
En una reciente entrevista que brindó el biólogo e investigador del CADIC-CONICET, Gustavo Lovrich a la FM Masters de Ushuaia, aclaró que la centolla no es una especie en extinción, pero ocurre que “los rendimientos de la pesca son cada vez menores”.
En diálogo con los periodistas Guillermo Worman y Sol Agusti, Lovrich explicó que la sobrepesca que ha sufrido la centolla durante los últimos 20 años, es la causa del faltante actual: “Durante las últimas dos décadas, viene sucediendo que son una minoría los ejemplares hembras en edad reproductiva que tienen huevos. Esto ocurre no solamente aquí, sino también en Chile, donde la extracción de pesca es muy importante. Se trata de un muy mal signo, porque indica que la población no está saludable”.
En una población saludable, por el contrario, de lo que sucede ahora, la mayoría de hembras en edad reproductiva deberían tener huevos. Lovrich explica cómo es el ciclo reproductivo de la centolla: “La centolla demora siete años hasta llegar a la madurez sexual, el momento en el cual se puede reproducir. Las hembras se encuentran con los machos una vez al año y desde enero hasta octubre, llevan los huevos (de 30 mil a 150 mil), hasta el momento en el que nacen las larvas”.
En los primeros estadíos de las centollas, debido a la fragilidad y poca supervivencia en esta instancia, se refugian en los gigantes bosque sumergidos de macroalgas (de la especie Macrocystis pyrifera o “cachiyuyo”) que bordean la costa fueguina.
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La pesca es una actividad que puede resultar sustentable, pero que, según aporta Gustavo, debe respetar ciertos criterios: “El principio de la extracción de poblaciones naturales es que se saca lo que crece de más. De esa manera, se sabe que ese excedente se va a reponer, y entonces se puede volver a sacar. Pero, en la actualidad, estamos sacando el capital y no los intereses de esas poblaciones. Ese capital se va agotando y el resultado es que no vemos hembras con huevos. Si no fiscalizamos lo que ocurre, no vamos a conseguir buenos resultados”.
La relevancia de este tema, según explica Lovrich, radica en que la centolla “está en el código genético de Ushuaia y Tierra del Fuego; uno no puede disociar la centolla de nosotros. Hace a nuestra identidad y también es parte del turismo, como destino gastronómico. Tiene que ver con el cuidado del ambiente y del mar que queremos preservar y que, muchas veces, desconocemos”.
Precisamente, la falta de individuos tiene consecuencias en el sector turístico y gastronómico, debido a que la ausencia de ejemplares afecta la oferta que pueden brindar los restaurantes. El reconocido chef local Luis “Lino” Adillon asegura que la centolla es el protagonista principal de lo que él llama el “recurso mar” de Tierra del Fuego.
“Además de la centolla tenemos, en el Canal de Beagle, muchísimos mejillones bivalvos, erizos, cholgas, almejas (blancas, negras, navajas), caracoles y una infinidad de peces, entre los que se destaca el róbalo, además del pejerrey y sardinas: los artesanos tienen acceso a una amplia canasta de recurso alimentario. Por otro lado, en la corriente circumpolar antártica tenemos la codiciada merluza negra y un poco de savorín y cojinova, que son productos de alta gama”.
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Estos son los productos de cercanía que Lino elige para ofrecer en el menú de su icónico restorán “Volver” y asegura que el público se ve muy interesado por conocer más: “en lo que nosotros proponemos como restorán tratamos de brindar conocimiento a nuestros clientes, un conocimiento que proviene de los pescadores artesanales, de las lecturas y de la información que nos brindan los científicos del CADIC”. Lino asegura que, en su restorán, siempre elige los productos de la pesca artesanal, antes que los industriales: “Son productos que obtenemos inmediatamente: frescos y recién sacados del agua. Sólo optamos por los industriales cuando están agotados los de cercanía”.
“Para proteger el ecosistema debemos estar permanentemente alertas al impacto que pueda generar el hombre. Es un gran error suponer que somos capaces de manejar la naturaleza y eso se pone de manifiesto en el hemisferio norte, con el saqueo y el deterioro que ha hecho el hombre en el mar; allí, tenemos un ejemplo de lo que puede ocurrir si hacemos un mal manejo. Hay que estar atentos y tener mucho cuidado, porque la sed del hombre por ganar plata lleva a la destrucción”.