Las supercarreteras fúngicas son redes subterráneas formadas por hongos micorrízicos que conectan las raíces de diferentes plantas y árboles en un ecosistema. Estas redes, también conocidas como la Wood Wide Web, funcionan como canales de comunicación y transporte de nutrientes, agua y compuestos bioquímicos entre las plantas.

Los hongos micorrízicos establecen una relación simbiótica con las raíces de las plantas, beneficiándose mutuamente. A través de sus hifas, que son estructuras filamentosas, los hongos crean una vasta red interconectada en el suelo. Esta red permite a las plantas acceder a nutrientes esenciales como fósforo y nitrógeno, que de otro modo serían difíciles de absorber. A cambio, los hongos reciben azúcares producidos por las plantas mediante la fotosíntesis.

Esta red permite que los árboles se pasen nutrientes, como nitrógeno o fósforo, o se alerten mutuamente frente a amenazas como plagas o sequías. se llaman "supercarreteras" porque son como una autopista subterránea que conecta a todo un bosque, permitiendo que las plantas colaboren en lugar de competir. Es una red viva que sostiene la salud del ecosistema.

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Según estimaciones recientes, las redes fúngicas absorben 13.000 millones de toneladas de dióxido de carbono al año (Imagen Ilustrativa Infobae)
Según estimaciones recientes, las redes fúngicas absorben 13.000 millones de toneladas de dióxido de carbono al año (Imagen Ilustrativa Infobae)

Origenes de las supercarreteras

Las supercarreteras fúngicas, o redes de micorrizas, tienen una historia que se remonta a más de 450 millones de años, cuando las primeras plantas terrestres comenzaron a colonizar la tierra. Durante este período, los hongos desarrollaron una relación simbiótica con las plantas, una asociación que fue esencial para la supervivencia de las primeras especies vegetales en un entorno terrestre hostil y carente de nutrientes. Esta relación permitió a las plantas absorber agua y minerales esenciales a través de las hifas de los hongos, mientras que los hongos recibían en retorno azúcares generados por las plantas a través de la fotosíntesis.

A medida que las plantas se establecían en tierra firme, los hongos se expandían, formando redes de comunicación subterráneas que conectaban diferentes especies vegetales. Estas redes subterráneas no solo facilitaban el intercambio de nutrientes, sino también la transferencia de señales químicas entre las plantas, ayudándolas a enfrentar amenazas como plagas, enfermedades o condiciones climáticas extremas.

Por más de 450 millones de años, estas "supercarreteras" fúngicas fueron una pieza clave para la biodiversidad y el equilibrio ecológico de los ecosistemas. En la actualidad, siguen siendo fundamentales para la salud de bosques y praderas, permitiendo que las plantas compartan recursos y colaboren para mantener el equilibrio del medio ambiente.