El calentamiento global es una de las crisis más importantes que atravesamos, con el factor agregado de que puede potenciar a todas las demás. Entenderla como algo del futuro, que sucede en otro lugar y que afecta a otros, no nos ayuda a tomar acciones efectivas para abordarla. Pensarla como algo catastrófico puede paralizarnos: al ver las noticias es probable que nos angustiemos o que no sepamos bien qué acciones, al alcance de nuestras manos, pueden tener algún impacto positivo.

Entonces ¿qué podemos hacer al respecto? Es importante distinguir jerarquías para orientar nuestra acción: los reportes científicos nos permiten ir de lo grande a lo pequeño y establecer una escala de prioridades, donde todos y todas podemos aportar.

El problema

El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) advierte que se alcanzará un calentamiento global de 1,5 °C en las próximas dos décadas. Esto es un hecho muy grave, pues afecta la continuidad de la vida en el planeta al poner en riesgo los ecosistemas, la biodiversidad y la capacidad de las personas para adaptarse a condiciones cada vez más hostiles. Si queremos disminuir la gravedad de este proceso que ya está en curso, debemos realizar recortes drásticos e inmediatos en las emisiones de gases de efecto invernadero (Portner et al., 2022).

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Las principales causas: ¿de dónde vienen esos gases de efecto invernadero?

Si bien hay muchos factores que inciden en la crisis climática, como la quema de combustibles fósiles para la producción de energía y para el uso de medios de transporte, incluso si se detuvieran hoy mismo las emisiones de estos sectores, el sistema alimentario por sí solo nos llevaría a subir la temperatura global más de 1.5 °C (Clark et al., 2020).

A nivel mundial, los sistemas alimentarios están fuertemente basados en el consumo de animales y son responsables de un tercio de las emisiones humanas de gases de efecto invernadero. También son factores centrales en la deforestación y pérdida de biodiversidad, porque para sostenerse necesitan de grandes extensiones de tierra (Arrieta, 2022). Esto es un problema particularmente grave en Argentina, donde la deforestación en el norte del país ascendió a más de 110.000 hectáreas sólo en 2022 (Greenpeace, 2023).

deforestación

Ahora bien, dentro de la agricultura animal, no todas las industrias impactan de la misma manera: aunque proporcionan menos del 19% de la proteína en la dieta humana, los rumiantes (bovinos, búfalos, ovejas y cabras) y sus cadenas de suministro representan el 90% de las emisiones de gases de efecto invernadero de todo el ganado (Eisen & Brown, 2022).

Dato: Producir 1kg de carne de vaca es tan contaminante como conducir más de 1000km en un auto a gasolina (Eisen & Brown, 2022).

Las mejores soluciones: ¿Por qué es tan importante nuestra alimentación?

En un estudio llevado a cabo en Argentina (Arrieta et al., 2022) se comparó el efecto de 8 tipos de dietas a nivel nacional y se constató el beneficio ambiental de aquellas donde se elimina el consumo de carne de vaca. Más aún, se ratificó que la alimentación a base de plantas es la más adecuada para combatir el cambio climático. La misma tiene el impacto ambiental general más bajo de todos, con una disminución de emisiones de gases de efecto invernadero y de uso de tierras de hasta un 79% y 88%, respectivamente. Además de ser mucho más saludable y barata que la dieta vigente en ese país.

Pensando a escala global, de lograrse esta transición alimentaria y eliminarse rápidamente la agricultura animal, obtendríamos una combinación de beneficios:

  • La mitad de las reducciones de emisiones netas necesarias para limitar el calentamiento a 2 ̊C, al suprimir las principales fuentes globales de metano y óxido nitroso.
  • La estabilización de los niveles de gases de efecto invernadero durante 30 años.
  • La fijación de 800 Gt de CO2 a través de la fotosíntesis, al permitir que la biomasa nativa se recupere en el 30 % de la superficie terrestre actualmente dedicada a la producción ganadera (Eisen & Brown, 2022).

Tu acción, ahora mismo

Involucrarnos desde nuestros hábitos alimentarios es un excelente punto de partida. Como observamos, adoptar una dieta a base de plantas es el cambio de comportamiento más efectivo que un individuo puede realizar para beneficiar al planeta (Poore & Nemecek, 2018). Dentro de esto, reducir o eliminar la ingesta de carne (y en particular de vaca) ya implica un paso muy importante.

Pero también es lógico preguntarse ¿en qué cambia lo que yo haga si luego hay grandes empresas que contaminan mucho más? Un razonamiento válido, ante el cual es clave pensar cómo impactar en niveles más amplios: si vemos que ni las empresas ni los estados brindan las soluciones que necesitamos, podemos tomar acción colectiva para promoverlas.

Por ejemplo, desde Climate Save Argentina buscamos difundir el Acuerdo basado en plantas, una estrategia a nivel global para promover la transición alimentaria mencionada ¿Querés saber cómo sumarte? Hacé click acá: http://www.acuerdobasadoenplantas.org/.

dioxido carbono co2

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En la actualidad, estamos trabajando en el diseño de un inventario de emisión de gases de efecto invernadero, basado en el consumo de alimentos a escala comunitaria: dado que las ciudades son una fuente de emisiones significativa y creciente, constituyen por lo tanto, un escenario lógico para implementar y medir la acción climática (Kean Fong et al., 2014). Aunque en ellas no se produzcan los alimentos que tanto dañan al ambiente, es allí donde son consumidos y un cambio a gran escala en la demanda generaría cambios en la oferta (por ende, en el sistema productivo). Es así que esta iniciativa busca la implementación de sistemas de recabación de datos precisos, que orienten las estrategias de reducción de emisiones.

Si te interesa sumarte a Climate Save Argentina, colaborar con tus habilidades, hacernos preguntas, proponer proyectos o contarnos de actividades que estés llevando a cabo en la localidad donde vivís, te dejamos el enlace a nuestras redes en nuestro perfil.

*Mariano Nadalig.

Referencias

Arrieta, E.M., Fischer, C.G., Aguiar, S. et al. (2022). The health, environmental, and economic dimensions of future dietary transitions in Argentina. Sustainability Science.

Clark, M. et al. (2020). Global food system emissions could preclude achieving the 1.5° and 2°C climate change targets. Science 370, 705-708.

Eisen, M. B. & Brown, P. O. (2022). Rapid global phaseout of animal agriculture has the potential to stabilize greenhouse gas levels for 30 years and offset 68 percent of CO2 emissions this century. PLOS Clim 1(2).

Greenpeace, (2023). Deforestación en el norte de Argentina. Informe Anual 2022. Disponible en: Deforestación en el norte de argentina. Informe anual 2022.

Kean Fong, W., Sotos, M., Doust, M., Schultz, S., Marques, A., Deng-Beck, C. et al. (2014). Protocolo Global para Inventarios de Emisión de Gases de Efecto Invernadero a Escala Comunitaria. Estándar de contabilidad y de reporte para las ciudades. C40 Cities Climate Leadership Group.

Poore & Nemecek (2018). Reducing food’s environmental impacts through producers and consumers.Science, 360, 987-992.

Pörtner et al. (2022). Climate Change 2022: Impacts, Adaptation, and Vulnerability. Contribution of Working Group II to the Sixth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change. Cambridge University Press.