Peligro en miniatura: la criatura más venenosa del mundo vive en Colombia, reconocido como uno de los países con mayor riqueza natural del planeta. Su vasto territorio alberga una diversidad de ecosistemas que van desde la exuberante Amazonía hasta las zonas altas de los páramos, sin olvidar sus dos costas bañadas por el Caribe y el Pacífico. No en vano, el país posee cerca del 15 % de la biodiversidad global, lo que lo sitúa como el segundo país más biodiverso del mundo, después de Brasil.

Sin embargo, esa riqueza también encierra peligros. Entre las miles de especies únicas que habitan en suelo colombiano, se encuentra una criatura tan fascinante como mortal: la rana dorada venenosa (Phyllobates terribilis), considerada por muchos expertos como el animal más tóxico del planeta.

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A pesar de su apariencia inofensiva —su piel puede ser amarilla brillante, verde lima o anaranjada—, la rana dorada segrega batracotoxina, una neurotoxina extremadamente potente capaz de provocar la muerte de hasta 10 personas. (Imagen: Pinterest)
A pesar de su apariencia inofensiva —su piel puede ser amarilla brillante, verde lima o anaranjada—, la rana dorada segrega batracotoxina, una neurotoxina extremadamente potente capaz de provocar la muerte de hasta 10 personas. (Imagen: Pinterest)

Un anfibio letal de apenas cinco centímetros

Este pequeño anfibio, exclusivo del departamento del Chocó, habita las selvas húmedas de la región del Pacífico colombiano. A pesar de su apariencia inofensiva —su piel puede ser amarilla brillante, verde lima o anaranjada—, la rana dorada segrega batracotoxina, una neurotoxina extremadamente potente capaz de provocar la muerte de hasta 10 personas adultas con apenas un miligramo.

Curiosamente, los ejemplares criados en cautiverio no desarrollan este veneno, lo que llevó a los científicos a creer que la toxicidad proviene de su alimentación natural, basada en pequeños artrópodos como escarabajos y hormigas que contienen compuestos tóxicos.

Usos tradicionales y amenazas modernas

La rana dorada fue utilizada ancestralmente por las comunidades indígenas Emberá, quienes aplican su veneno en las puntas de sus dardos para cazar. Esta práctica, profundamente ligada a su cultura y cosmovisión, ha despertado el interés de científicos que estudian el potencial farmacológico del compuesto. De hecho, la batracotoxina mostró tener propiedades analgésicas que podrían superar la efectividad de la morfina, lo que abre la puerta a futuros tratamientos para el dolor crónico.

No obstante, la especie enfrenta serios riesgos. La deforestación, la pérdida de hábitat y el tráfico ilegal de fauna han puesto a la rana dorada en estado de vulnerabilidad. En el mercado negro, cada ejemplar puede alcanzar un valor de hasta 1.500 euros, convirtiéndola en blanco frecuente de traficantes de animales. Se estima que en un solo cargamento ilegal podrían trasladarse hasta 100 ranas.