Viral: Francia impulsa ley contra la moda descartable: el país europeo busca frenar el modelo de indumentaria rápida con medidas que promueven un consumo más consciente y sostenible.
La industria de la moda rápida, conocida como fast fashion, está en la mira. Esta vez, Francia se posiciona a la vanguardia en Europa al proponer una regulación que apunta directamente a frenar los impactos ambientales y sociales de este modelo de consumo.
La medida busca desincentivar la compra excesiva de ropa de baja calidad, fabricada a gran escala y con altos costos ecológicos. Según cifras oficiales, el 70% de las prendas que se venden en supermercados y tiendas de moda rápida se utilizan solo dos o tres veces antes de ser descartadas.
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¿Qué propone la nueva ley contra la fast fashion?
El gobierno francés anunció que avanzará con una ley que pondría fin a las campañas de publicidad masiva de marcas de moda ultra barata. Además, planea establecer un sistema de penalización económica a empresas que incentiven el sobreconsumo a través de precios irrisorios y renovación constante de colecciones.
Entre las propuestas más destacadas se encuentran:
- Aplicar un impuesto ambiental a las prendas ultra baratas.
- Limitar la publicidad de empresas que promuevan la compra impulsiva.
- Ofrecer incentivos a marcas que produzcan con criterios sustentables.
- Concientizar a consumidores sobre el impacto real de la industria textil.
¿Por qué regular la moda rápida?
La industria textil es una de las más contaminantes del planeta. Produce más emisiones de carbono que los vuelos internacionales y el transporte marítimo combinados. Además:
- Utiliza enormes cantidades de agua (hasta 7.500 litros por un solo jean).
- Genera toneladas de residuos textiles, muchos de los cuales terminan en vertederos del sur global.
- Explotación laboral, especialmente en países del sudeste asiático.
- Francia apunta a liderar un cambio de paradigma hacia una moda más ética, circular y sostenible.
¿Cómo impactará en el resto del mundo?
Aunque la ley aún no está aprobada, podría sentar un precedente para otros países de la Unión Europea, donde la preocupación por el medioambiente y el consumo responsable va en aumento. Si se concreta, marcaría un antes y un después en la forma de producir, vender y consumir ropa a nivel global.