Los volcanes activos siempre fueron aterradores para los seres humanos. Sin embargo, son bastante comunes en América Latina. Hay más de 200 volcanes cuaternarios potencialmente activos en el Cinturón Volcánico Andino, desde el Caribe hasta el extremo sur de la Patagonia. En Argentina, según el Instituto Geográfico Nacional, se registran 37 volcanes activos ubicados a lo largo de toda la Cordillera de los Andes.

Las erupciones volcánicas son destructivas, pero también permiten el desarrollo del hermoso planeta que tenemos.

Cómo impactan en el ecosistema

Las erupciones volcánicas son siempre catastróficas y temibles por su poder destructivo. Sin embargo, traen varios beneficios para el planeta. Más del 80% del agua en la Tierra proviene de actividades volcánicas.

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Las cenizas suministran minerales fundamentales para el desarrollo de los ecosistemas.

Millones de años atrás, el vapor del agua expulsado durante erupciones volcánicas se condensó y creó lluvias que formaron parte de la estructura de la atmósfera y de los suelos. Sin volcanes, la supervivencia de los humanos a lo largo de la historia sería imposible, debido a la falta de agua.

Las cenizas volcánicas también proporcionan minerales que mejoran la fertilidad de los suelos y contribuyen a los ecosistemas cercanos. El suelo rico aumenta la productividad de las tierras agrícolas y apoya el desarrollo de las economías locales.

Al hablar de erupciones volcánicas, no podemos dejar de lado los impactos generados sobre el cambio climático. Uno de los gases expulsados es el dióxido de carbono, gas de efecto invernadero, encargado de evitar que la radiación solar escape de nuestro planeta, acumulándose y generando así mayor temperatura en la superficie terrestre.

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Sin embargo, durante la erupción volcánica también se emiten otros gases con alto contenido de dióxido de azufre. Estos gases, junto al vapor del agua, forman nubes de pequeñas partículas de ácido sulfúrico que reflejan la radiación solar hacia el espacio. Así, favorecen que la radiación no penetre en la atmósfera y enfríe la superficie del planeta. Aunque las erupciones volcánicas solo duran un par de días, su impacto en el clima perdura durante algunos años.

Volcán Lanin, en Argentina.
Volcán Lanin, en Argentina.

Después de una erupción volcánica, los ecosistemas pueden recuperarse mediante semillas protegidas en el banco del suelo o dispersadas por pájaros o vientos. Los musgos, helechos y arbustos suelen ser los primeros en colonizar la tierra, rompiendo las rocas en el suelo. El suelo rico permite que luego crezcan otras variedades de plantas, lo que atraerá a los animales de regreso y construirá un ecosistema con un alto nivel de biodiversidad.

Los volcanes también construyen paisajes maravillosos, atrayendo a muchos turistas. Volcanes altos y nevados como el Volcán Lanín, en el Parque Nacional Lanín en Argentina, y el Cerro Tronador, volcán inactivo ubicado en la frontera entre Argentina y Chile. Cuando la pandemia pase y podamos volver a viajar, estos puntos turísticos volverán a contarnos historias fantásticas de la naturaleza.

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Si entendemos cómo las erupciones volcánicas inciden sobre la formación del planeta Tierra, podremos apreciar más a los volcanes y comprender que son parte de la magia de la naturaleza.