La crisis social y ecológica que estamos atravesando, sumada al cambio climático, trae aparejados problemas complejos que no solo se manifiestan en la pérdida de biodiversidad, escasez de agua y recursos, pobreza y malnutrición, sino que tambien generan enfermedades emergentes o ya erradicadas y que vuelven a tener incidencia, como es el caso del Chagas en algunos países, el dengue, la malaria y la fiebre amarilla, entre otros.

El panorama es complejo porque, en parte, se debe al impacto que está generando el ser humano con el modelo de vida actual y su consecuente impacto ambiental; sin embargo, hay que agregarle otros componentes, como las situaciones de extrema pobreza que lleva a condiciones sanitarias vulnerables por la falta de agua potable y saneamiento, la mala gestión de residuos, las condiciones edilicias precarias, etc.

Estas condiciones son claves para la reproducción de distintos vectores de enfermedades, como es el caso de mosquitos transmisores del dengue, zika, chikungunya, leishmaniasis, triatominos, que responsables de la trasmisión de la enfermedad de Chagas, entre otros de importancia sanitaria.

Según la OMS Las enfermedades de transmisión vectorial representan más del 17% de todas las enfermedades infecciosas y cada año provocan más de 700 000 muertes.

AdobeStock 565919448(1)[También te puede interesar: Proteger los ecosistemas para evitar futuras pandemias.]

Los vectores de enfermedades pueden ser insectos, caracoles o roedores (entre otros) que transmiten enfermedades por vehículos de agentes patógenos (virus, bacterias, parásitos) entre animales y personas. Para conocer más sobre cada enfermedad transmitida por vectores en las Américas, visita este enlace.

Y, ¿qué tiene que ver la degradación ambiental con la emergencia de enfermedades zoonóticas? La realidad es que la degradación ambiental es el principal factor de que suceda esto, numerosos son los efectos que el desarrollo humano genera sobre su entorno de los cuales podemos mencionar las siguientes causas:

  • Mala planificación urbana

Las ciudades generan focos infecciosos debido a que generalmente se produce un mal desarrollo y ordenamiento de la misma. El asentamiento de familias en espacios no habilitados y sin servicios sanitarios o agua potable va generando oportunidades para que estos insectos y vectores se desarrollen.

Además, generalmente los gobiernos ofrecen un servicio deficiente de gestión de residuos urbanos, sumado a la ignorancia de las personas y su mala gestión en cada hogar (no separación de residuos, falta de cultura de compostaje en hogares). Esto un escenario ideal para la generación de basurales a cielo abierto donde se reproducen numerosos vectores de importancia sanitaria, como moscas, roedores, cucarachas y mosquitos, siendo estos últimos los de mayor preocupación en cuestiones de salud pública.

Otro de los escenarios negativos que otorga la ciudad es la pérdida de insectos o animales benéficos que son controladores biológicos de muchas plagas de vectores, por ejemplo, la ausencia cada vez mas notoria de anfibios como sapos o ranas, murciélagos, o de algunos insectos clave como Mantis religiosa, hace que carezcan de enemigos naturales con lo cual se propagan de manera más acelerada. Esto sucede porque las ciudades generalmente carecen de espacios verdes que permitan el desarrollo de estos organismos o también el hecho de que la contaminación química, lumínica, sonora entre otras hace que muchas especies sensibles a estos cambios desaparezcan.

  • Deforestación y pérdida de biodiversidad

Del problema anterior se desprende que, al haber cada vez más asentamientos urbanos, y que cada vez más personas se sumarán en los años siguientes a las grandes urbes, la demanda de energía y recursos crece cada vez más. Esto impacta directamente en la pérdida de biodiversidad y recursos naturales, lo que conlleva a un desequilibrio en los ecosistemas, empujando a muchas especies a desaparecer o a estar en riesgo crítico.

Y ¿qué tiene que ver esto con la proliferación de vectores? Aquí se empiezan a entretejer los entramados complejos, ya que estos espacios verdes y áreas naturales con elevada biodiversidad son ecosistemas complejos que permiten que muchas poblaciones de insectos y animales se mantengan controlados. Como se menciona en el ítem anterior, a medida que se va perdiendo diversidad biológica, se permite que muchas poblaciones antes contenidas y equilibradas ganen terreno, y, por ende, también los virus y bacterias que son capaces de transportar y transmitir a otros organismos.

AdobeStock 109617577(1)
  • Tráfico ilegal de flora y fauna

El tráfico y comercio ilegal de flora y fauna afectan directamente a la pérdida de biodiversidad y a la extinción de especies, como así también proliferación de especies invasoras en otros territorios. Movilizar especies de un lugar a otro también favorece el traslado de virus, bacterias y sus consecuentes enfermedades hacia otros territorios

  • Cambio climático

Según un informe, el clima influye de forma importante en las enfermedades infecciosas y sus diferentes modos de transmisión: vectorial, agua, alimentos, suelos, mar y aire, siendo el efecto más pronunciado el observado en las patologías transmitidas por vectores. Entender como el cambio climático puede ejercer influencia en el desarrollo sobre vectores (sobre todo mosquitos responsables de la transmisión de dengue, zika y chikungunya) y cómo serán los factores epidemiológicos en condiciones diferentes que prevé el cambio climático es un verdadero desafío para los científicos.

[También te puede interesar: Dengue: conoce el curioso experimento con mosquitos que redujo más de 3/4 de los contagios.]

Otros autores estiman que los cambios en los ciclos del agua y las elevadas temperaturas podrían incidir en que las larvas tarden menos tiempo en madurar y en un aumento del número de individuos durante los periodos de reproducción. Por otro lado, si hace más calor, las hembras de los vectores digieren con más facilidad su alimento y se alimentan con mayor frecuencia, lo cual repercutiría en un mayor número de infectados.

Los expertos indican que, con un aumento de 2°C, la intensidad de la transmisión aumentará aproximadamente de 2 a 5 veces en la mayor parte de Sudamérica, con nuevas áreas invadidas por el vector. Lo anterior producirá un aumento en la incidencia no sólo de dengue sino también de otras enfermedades de importancia sanitaria.

El enfoque multidisciplinario y un análisis completo en el abordaje de estos temas, teniendo en cuenta los cambios que se necesitan no solo en materia ambiental y sanitaria sino también a nivel económico, social y cultural son indispensables para afrontar los desafíos que ya están sucediendo.