Las variaciones en el clima existen hace años y seguirán existiendo por muchos años más. Cuando se habla del “cambio climático” se alude a una variación significativa en el clima por períodos prolongados atribuido directa o indirectamente a la actividad humana, que altera la composición de la atmósfera mundial.

Sin embargo, hace ya muchos años, venimos sufriendo las consecuencias del cambio climático producido por el hombre. La alta concentración de gases de efecto invernadero, los cambios en el uso del suelo y el mal uso en los recursos naturales, entre otros, contribuyen al avance del cambio climático.

Las 5 formas en que el bambú puede ayudar a los países a mitigar y adaptarse a los impactos del cambio climático son:

Adaptación:

Al tener un rápido crecimiento, la cosecha frecuente es un gran punto a favor. Le permite a los agricultores adaptar de manera flexible sus prácticas de manejo y cosecha a las nuevas condiciones de crecimiento a medida que emergen bajo el cambio climático.

Captura de carbono:

Se estima que el secuestro de carbono por parte de los rodales de bambú alcanza tasas comparables o, incluso superiores, a una serie de especies arbóreas. Además, según un estudio de 2015 de TU Delft, INBAR y Moso BV International, se descubrió que el bambú también podría ser “un sustituto favorable de las maderas duras, incluso las certificadas por el FSC, dada su menor huella de carbono y menores costos ecológicos”.

Se prevé que el carbono almacenado en los bosques de bambú chinos aumente de 727 millones de toneladas en 2010 a 1018 millones de toneladas en 2050.

Medios de subsistencia:

Son varios los usos que se le pueden dar al bambú. Desde material de construcción de viviendas y pisos procesados hasta fabricación de muebles o incluso papel, cartón o como fibra textil artificial, el bambú funciona como un recurso de gran versatilidad.

INBAR estima que “su función económica se expanda a un ritmo acelerado, tanto a nivel local como en el comercio internacional, a medida que otros recursos forestales se vuelvan cada vez más tensos debido al cambio climático”.

Restauración:

Al ser muy resistente, el bambú prospera en lugares en donde otros cultivos no lo harían, como en suelos problemáticos y pendientes empinadas. No sólo evitan la erosión ya que no hay suelo desnudo, sino que además regulan los flujos de agua ya que poseen grandes rizomas y raíces.

Sustitución de combustibles fósiles y reducción de la deforestación:

Nuevamente su rápido crecimiento y maduración, trae aparejado grandes beneficios. Gracias a estas características, el bambú puede aliviar la presión sobre otros recursos forestales, reduciendo la deforestación. Además, funciona como una alternativa de energía de biomasa renovable, por lo que no es necesario acudir a los combustibles fósiles.

Por otro lado, el carbón y el gas de bambú, tienen un valor calorífico similar a las formas de bioenergía comúnmente utilizadas, por lo que muchas personas pueden sustituir el carbón común y utilizar el bambú como fuente de electricidad, calefacción y para cocinar.

“El bambú por sí solo no resolverá los problemas del cambio climático en el mundo; pero, si este recurso estratégico se aprovecha adecuadamente, ofrece soluciones prácticas para la mitigación y adaptación al cambio climático, y una herramienta comprobada para combatir la pobreza rural y restaurar la base de recursos naturales que es la base de la sostenibilidad económica”.