Luego del Brexit, el Reino Unido ha dejado la Política Pesquera Común de la Unión Europea. Esto le habilita tomar iniciativas propias para proteger los ecosistemas marinos. Y una de las principales amenazas es la pesca de arrastre, que daña el fondo de estos ambientes.

Para comenzar, el objetivo es prohibir esta modalidad de pesca industrial en dos áreas marinas muy sensibles: Dogger Bank y South Dorset. Dogger Bank, por ejemplo, es el banco de arena más importante de Reino Unido y sustenta una gran biodiversidad. Si bien estos sitios están protegidos, no hay patrullas que controlen las actividades que se realizan. Charles Clover, de la fundación Blue Marine, afirmó:

El gobierno de Inglaterra ha admitido que la pesca dañina ocurre ilegalmente en áreas protegidas.

Esta iniciativa también incluye la prohibición parcial de los arrastreros en otras dos regiones clave. Y se espera que se extienda al resto de las áreas marinas protegidas.

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“Peces” para hoy, hambre para mañana

Esta modalidad de pesca se basa en el arrastre de pesadas redes por el fondo marino. El objetivo es la captura de diferentes especies de interés económico, como el bacalao, el lenguado, el lanzón y las vieiras. En esta maniobra también quedan atrapadas otras especies que no son de interés y, por lo tanto, se descartan muertas.

Según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA):

La pesca de arrastre altera temporal o permanentemente los hábitats del fondo marino, lo que reduce la diversidad, la abundancia y la productividad de estos ecosistemas oceánicos.

Esta técnica trae otras consecuencias ambientales:

Libera carbono y sustancias contaminantes que estaban atrapadas en los sedimentos del fondo marino;

• Enturbia el agua y destruye el hábitat de muchas especies bentónicas (que viven asociadas al fondo marino);

Afecta las redes tróficas marinas, desde los peces que se alimentan de pequeños invertebrados que viven en los sedimentos hasta aves y grandes predadores, como marsopas y delfines.

Por otro lado, la sobreexplotación y destrucción de un ambiente implica una productividad cada vez menor. Y esto afecta directamente a la actividad económica que lo originó. A modo de ejemplo, alrededor de 1830, los veleros ingleses capturaban hasta una tonelada de fletán por día en el Dogger Bank. Actualmente, la flota pesquera no llega a las dos toneladas anuales. Bajo el paradigma actual, la disminución del rendimiento de un área marina implica la explotación de un área nueva. A la larga, esto lleva a arrasar todos los océanos.

La pesca de arrastre no es una actividad sostenible. Convierte a los océanos en verdaderos desiertos.

De cara al futuro

Eliminar la pesca de arrastre permite que estos ambientes inicien una lenta recuperación. Las comunidades que habitan en el fondo marino suelen ser más longevas que las que viven cerca de la superficie. Por ello, se cree que estos ecosistemas tardarían varios años o décadas en recuperarse.

El restablecimiento de los pequeños organismos bentónicos, como los nematodos, también influye en el ciclo del carbono. Estos invertebrados se alimentan del material orgánico en descomposición que se deposita en el fondo. Así, reintroducen este elemento en la cadena alimenticia.

La iniciativa tomada por el Reino Unido ha sido considerada como un gran paso por varias organizaciones, entre ellas Greenpeace UK y Marine Conservation Society. Pero reconocen que queda mucho por hacer ya que los mares de esta región se han explotado por más de 100 años y son muchas las áreas marinas protegidas que están en peligro.

Fuentes:

- NOTICIAS AMBIENTALES

- THE GUARDIAN

- PESCA CON CIENCIA

- MONGABAY