*Por Ornela Garelli, Especialista en Consumo Responsable y Cambio Climático en Greenpeace México y Edgar Lugo, Menos es Más A.C. e Integrante del Comité Coordinador de la Alianza México sin Plástico (AMSP).

Vivimos en una sociedad basada en el sobreconsumo (donde compramos más de lo que realmente necesitamos) y en la cultura del “usar y tirar”, donde buena parte de los productos que adquirimos, como los plásticos de un solo uso, son diseñados para ser desechables. Así, las personas los tiramos a la basura en cuestión de segundos o luego de pocas veces de uso, y nos vemos obligadas a consumir de nuevo.

Estas prácticas, entre otras consecuencias sociales y ambientales, están detrás de la enorme generación de residuos que vemos en nuestras ciudades pero que también están inundando los ecosistemas y dañando a las especies que los habitan.

Podemos llegar a pensar, como muchas empresas quieren hacernos creer, que podemos consumir y consumir sin problemas mientras tiremos la basura en su lugar, o mejor aún, mientras reciclamos. Sin embargo, es importante saber que el problema detrás de los residuos no se acaba cuando ponemos la basura en el bote, el problema apenas comienza.

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Cuando la infraestructura no es el problema, ni la solución

El caso de la Ciudad de México

En la Ciudad de México, la basura que es colocada en el bote es trasladada por los recolectores de basura, formales e informales, junto con la limpieza de calles y avenidas principales a alguna de las 12 Estaciones de Transferencia existentes en la capital de este país, las cuales trasladan los residuos de los vehículos recolectores a cajas de trailers denominadas transferencias.

Las transferencias trasladan los residuos a alguna de las siguientes instalaciones para su aprovechamiento, tratamiento o disposición final:

  1. Planta de Composta. La Planta de Composta está ubicada en el Edomex, donde se reciben todos los residuos orgánicos que se recolectan de forma separada.
  2. Planta de Selección. Existen tres plantas de selección operadas cada una por un gremio de pepenadores, que recuperan los residuos valorizables y cuya venta y beneficios es directamente de cada gremio.
  3. Planta de CDR (combustible derivado de residuos). Se lleva a cabo en 2 instalaciones, San Juan de Aragón Fase I y Fase II e Iztapalapa Etapa 1 y Etapa 2. En estas instalaciones se retira lo orgánico, lo ferroso y todo lo demás se compacta y empaca para ser enviado a hornos que se utilizan para la fabricación de cemento.
  4. Relleno sanitario. La Ciudad de México es la única entidad en el país que no cuenta con un relleno sanitario, para la disposición final de los residuos utiliza cinco rellenos de dos entidades vecinas (el Estado de México y uno de Morelos).

Si bien esta infraestructura sobresale si la comparamos con la existente en otros municipios del país, por ejemplo en 179 de estos no existe ni siquiera recolección de residuos [1], las cifras sobre lo que pasa con la basura generada en la ciudad no son alentadoras. En la CDMX se generan diariamente cerca de 13 mil toneladas de residuos sólidos urbanos (generados en domicilios, comercios, y otros establecimientos), de los cuales 8.600 toneladas van a rellenos sanitarios y tan solo 1.900 toneladas se reciclan.

A finales de julio, la Secretaría de Medio Ambiente de la Ciudad de México (SEDEMA) inauguró una nueva planta de separación de residuos y estación de transferencia, para dar cumplimiento a su Programa de Basura Cero, el cual busca disminuir los desechos que se llevan a rellenos sanitarios a través de una mayor prevención y aprovechamiento de los mismos.

De acuerdo a cifras aproximadas compartidas por personal responsable de la planta, de un ingreso estimado de mil toneladas de residuos diarias, cerca del 40% son residuos orgánicos que se espera vayan a las plantas de composta, el 35% (350 toneladas) es convertido por cementeras como CEMEX en combustible derivado de residuos (CDR), cerca del 20% son residuos de rechazo, que se van a rellenos sanitarios, y tan solo entre el 4 y el 5% se reciclan (40-50 toneladas).

A pesar de que esta planta es nueva y sus funcionarios tienen intenciones de mejorar estas cifras, lo cierto es que en el momento actual son muy preocupantes y reflejan los grandes problemas que tenemos en todos los municipios del país para hacer más eficiente la gestión de los residuos pero también para realmente evitar que estos sean un problema mediante la prevención y la minimización.

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En los trabajos diarios de esta planta, es posible observar cómo residuos de plásticos de un solo uso, como bolsas de supermercado, y otros residuos reciclables terminan empacados para ser convertidos en CDR en lugar de reciclarse. Lo anterior es terrible, en primer lugar porque convertir residuos en energía genera impactos negativos para el ambiente y la salud de las personas (como emisiones de gases de efecto invernadero, que agravan el cambio climático, y de tóxicos que pueden ocasionar enfermedades como el cáncer). Y en segundo lugar porque muchos de estos productos están prohibidos en la CDMX, como las bolsas de plástico, lo cual debería llevar a una reducción en su generación.

Además de esto, la falta de separación de los residuos en los hogares, comercios, empresas y otros sitios conlleva a que estos lleguen más contaminados y mezclados y se dificulte su reciclaje, contribuyendo a que terminen incinerados en hornos cementeros para supuestamente generar energía o en rellenos sanitarios, donde permanecerán por décadas contaminando el suelo, el aire y el agua.

Ante esto, es sumamente importante que como ciudadanía seamos conscientes de que el problema no acaba al tirar la basura en su lugar, nuestra basura aún recorre un largo camino después de ello y no desaparece por arte de magia, al contrario, genera cargas adicionales para nuestros municipios, que deben hacerse cargo de ella, y grandes impactos para el planeta y para la gente.

Por ello, debemos:

  1. Prevenir y minimizar nuestra generación de residuos. Disminuyamos nuestro sobreconsumo, adquiriendo solo lo que realmente necesitamos. Optemos por productos durables, resistentes, de calidad, que podamos reutilizar por mucho tiempo y por muchas veces, evitemos lo desechable, como los plásticos de un solo uso. Compremos opciones a granel/libres de empaque o en contenedores reutilizables. El mejor residuo es el que no se genera.

  2. Separar adecuadamente nuestros residuos. Los residuos que no podamos evitar generar debemos separarlos correctamente, para favorecer que en efecto logran reciclarse o compostarse y evitar que terminen incinerados o en rellenos sanitarios. Puedes comenzar con una separación básica de residuos orgánicos (como restos de comida, residuos de jardinería), inorgánicos no reciclables (como los residuos sanitarios, colillas de cigarro y plásticos difíciles de reciclar como el unicel o las bolsas de frituras) e inorgánicos reciclables (PET, papel, cartón, etc.)

No hay pretextos, contribuyamos a tener ciudades más limpias y ecosistemas sanos evitando la generación de residuos y separándolos adecuadamente.

[1] SEMARNAT, Diagnóstico Básico para la Gestión Integral de los Residuos, 2020.