Es verdad: el azúcar es necesaria para la supervivencia. Nuestras células necesitan glucosa como combustible. El problema con el azúcar es que está demasiado disponible y se consume en exceso en nuestra sociedad, porque tendemos a elegir alimentos prácticos, baratos y a fácil alcance. Podemos encontrarlo en lugares tan insólitos como farmacias, en formas procesadas, simples y artificiales. Y por qué no decirlo: encima, son deliciosos.

Esto puede conducir a un amplio espectro de problemas de salud, niveles altos de azúcar en la sangre y aumento de peso. Cuando se trata del consumo de azúcar, la conciencia es clave. Por eso, antes de empezar a hablar de adicción, ¿alguna vez te preguntaste cuánto azúcar comes realmente? ¿Sabes qué tan grave es?

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En los últimos 40 años, aumentamos nuestra ingesta calórica en unas 500 kilocalorías (kcal) diarias, es decir, que consumimos 500 kcal más que antes. Todo este incremento se debe al azúcar y al Jarabe de Maíz de Alta Fructosa (JMAF): un tipo de azúcar completamente artificial que se le agrega a prácticamente todo. Desde galletas y panificados hasta salsas y aderezos.

Los alimentos en restaurantes y en las estanterías del supermercado hoy suelen tener tanta azúcar que aumentamos nuestro consumo casi sin darnos cuenta. Prestar atención a la cantidad de azúcar que consumimos en un día promedio, puede ayudarnos a develar si somos conscientes de la cantidad que ingerimos.

Para saber si somos adictos al azúcar, vamos a tener que investigar un poco

¿Por dónde empezar? Primero, podemos leer la lista de ingredientes de los alimentos que tenemos en casa. Allí podrás identificar azúcares agregados de todo tipo: jarabes, JMAF, glucosa, sacarías, maltosa, maltodextrinas, dextrosa y muchos más.

Pero fundamentalmente, debes escuchar a tu cuerpo y empezar a prestar atención a tus nivel de energía y a tu estado de ánimo después de comer. Nuestro cuerpo es muy inteligente, pero a veces nos olvidamos de escucharlo.

El alto consumo de azúcar provoca aumentos en la liberación de dopamina: un neurotransmisor que actúa en el sistema nervioso central y es parte del sistema de recompensa, genera placer y satisfacción. Cuanto más azúcar comemos, mayor cantidad de dopamina se libera. Pero a medida que el consumo aumenta y se prolonga en el tiempo, se va desarrollando una “resistencia” a esta señal de dopamina: cada vez necesitamos más cantidad para obtener la misma sensación de satisfacción. Por este mecanismo se producen las adicciones.

Si comes muchos dulces y sientes que no puedes parar y tu estado de ánimo y energía a menudo son bajos, puede que seas adicto al azúcar.

Las señales pueden incluir

• El "bajón de la tarde" en el que tu energía alcanza un pico justo después del almuerzo y luego cae en picada.

• Antojos de azúcar y carbohidratos como el famoso “necesito algo dulce”.

• Brotes de irritación, molestia, ansiedad o depresión, que a menudo se disipan después de comer dulces.

• Crecimiento excesivo de levaduras o bacterias: disbiosis y alteraciones en la microbiota intestinal.

• Inflamación o dolor en las articulaciones.

Frecuentemente, estos son resultado de la adicción al azúcar. Es importante consultar a tu médico cuando experimentes cualquiera de estos síntomas.

Si estás “enganchado” al azúcar, puede ser difícil romper el ciclo, pero no es imposible. Puedes hacerlo modificando tu dieta y tu estilo de vida. Eso va a ayudarte a equilibrar los niveles de azúcar en sangre, es decir, la glucemia. Esto es importante más allá de si tienes diabetes. Especialmente porque va a permitirte mantener a raya los antojos y alcanzar o sostener en el tiempo un peso saludable.

El aumento de peso y el desbalance de los niveles de azúcar en sangre se influencian mutuamente, porque las hormonas que señalan el hambre y la saciedad son afectadas por la glucemia y por nuestro hábitos.

6 maneras de recuperar el equilibrio

1. Eliminar el azúcar (especialmente JMAF y edulcorantes artificiales).

2. Sumar alimentos ricos en nutrientes, como proteínas de alta calidad, vegetales y grasas saludables, unos minutos antes de comer carbohidratos.

3. Sumar fibras solubles (sí, más vegetales) para equilibrar los niveles de azúcar e insulina en sangre.

4. Dormir al menos 7-8 horas todas las noches. Cuando dormimos poco, o mal, aumentan los antojos de dulces y carbohidratos. Pocas horas o mala calidad de sueño se asocian con el aumento de riesgo de tener diabetes y obesidad.

5. Combinar los carbohidratos y azúcares que comes con grasas y / o proteínas.

6. ¡Muévete! Hacer ejercicio regularmente ayuda a bajar los niveles de azúcar en sangre y así se reducen los antojos de dulces.

En resumen: una ingesta alta de azúcar puede provocar desbalances en la glucemia, afectar tu estado de ánimo y disparar una respuesta exagerada al estrés. Pero fundamentalmente, recuerda que comer azúcar hace que quieras más azúcar.