Además de hacer que nuestras comidas sean más sabrosas, la cebolla es uno de los mejores antibióticos naturales. Es rica en Vitaminas A, B y C, y es una fuente importante de magnesio, hierro, calcio y fósforo. Por todo ello, tiene múltiples beneficios para nuestra salud.

Junto con el ajo, la cebolla es uno de los alimentos más efectivos para tratar infecciones. También es uno de los mejores bactericidas, gracias a su contenido de azufre.

Se la suele usar para tratar enfermedades del aparato respiratorio, como gripe, bronquitis o faringitis. En estos casos, puedes preparar el jugo de una cebolla junto con el jugo de un limón y dos cucharadas de miel. Tomar esta bebida caliente te ayudará a recuperarte.

También es efectiva para tratar la diarrea, la gastroenteritis y otros problemas digestivos.

La quercetina, un tipo de flavonoide presente en la cebolla, favorece la circulación sanguínea. Además, su alto contenido de sílice previene el envejecimiento de las arterias y venas. También incrementa la capacidad de la sangre para disolver coágulos internos, previniendo de este modo la trombosis. Además, reduce el colesterol y la presión arterial. Gracias a estas propiedades, es un excelente alimento para prevenir o luchar contra enfermedades circulatorias.

Según estudios recientes, la cebolla tiene propiedades antitumorales que inhiben el cáncer. Entre los exámenes que destaca el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, se encuentra el llevado a cabo por la Investigación Prospectiva Europea sobre el Cáncer y la Nutrición (EPIC, por sus siglas en inglés). Allí se asoció un mayor consumo de cebolla y ajo con un menor riesgo de contraer cáncer intestinal.

Según el mismo instituto, en China también se realizaron varios estudios sobre el tema. Allí, los investigadores encontraron que el consumo frecuente de ajo y de varios tipos de cebollas se asocia con un menor riesgo de contraer cánceres de esófago y de estómago, observándose mayores reducciones de riesgo a niveles más altos de consumo. Lo mismo se comprobó para el cáncer de estómago. También se asoció la ingesta de estos alimentos con una reducción de aproximadamente el 50% del riesgo de padecer cáncer de próstata.

En Francia encontraron que el riesgo de cáncer de seno se redujo en quienes consumían mayores cantidades de fibra, ajo y cebollas.

Su alto contenido de potasio, ácido glicólico y flavonoides, favorece la eliminación de líquidos. Por lo tanto, es muy adecuada para tratar la obesidad y la retención de líquidos ocasionada por la gota, el reumatismo o la insuficiencia renal.

Al estimular el hígado, la vesícula y el páncreas, la cebolla ayuda a hacer una buena digestión. Sin embargo, debería evitarse cuando se tiene acidez.

La quercitina también ayuda a disminuir las reacciones alérgicas producidas por el polen.

Por su contenido de ácido glicólico y azufre, debería estar en la dieta de aquellas personas que tienen acné. Tiene efecto cicatrizante y emoliente.

Cómo consumir cada tipo de cebolla

Cebolla amarilla: es la mejor para cocinar. Puedes usarla en comidas tales como salsas y sopas.

Cebolla morada: es la mejor para comer cruda. Se usa en guacamole, ensaladas y sándwiches.

Cebolla blanca: es la más crujiente y fuerte. Puedes usarla en salsas, sofritos y chutneys.

Cebolla dulce: es la mejor para freír. Queda deliciosa en aros de cebolla, gratinados y es excelente para combinar con vegetales salteados.

Echalote: su sabor ligero y sutil la vuelve apta para las guarniciones, los guisados y las vinagretas.

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