Todos sentimos el deseo de meditar. Pero, preferimos meditar frente al mar o en la montaña. ¿Por qué sucede esto? ¿Acaso la naturaleza es el mejor antídoto al estrés? Al parecer, hay algunas explicaciones al respecto.

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¿Qué nos ofrece la naturaleza al momento de meditar?

No es igual meditar ante un computadora que ante el océano. Tampoco es muy factible meditar en una cocina, sobre la silla de un escritorio o en mitad de una calle. Se necesita un ambiente especial que dote de tranquilidad.

La meditación sirve para reducir el estrés laboral, para calmar la ansiedad y para sentir una energía diferente. Justamente, la naturaleza nos ofrece esa “energía”. Por ejemplo, tiene más aire que nos inyecta oxígeno en los pulmones.

Gracias a la naturaleza, obtenemos algo distinto. El aire, el oxígeno, una sensación de libertad. Por otra parte, nuestros sentidos se activan. La sensación del sol, del viento y el roce de la grama, o escuchar el murmullo de los árboles mecidos por la brisa.​​​​​​​​​​​​​​

La naturaleza es perfecta para calmar el estrés

Al meditar, necesitamos entrar en un estado especial. Un ambiente donde podemos desconectarnos y entrar en contacto con nosotros mismos. Entender que tenemos un cuerpo, que respiramos, sentirnos y no olvidarnos de nosotros.

La naturaleza nos obsequia esa paz; pues emana una energía real, no artificial. Basta con sentir la diferencia entre la luz del sol y una bombilla eléctrica. Con sentir la energía de una ola contra el agua que sale de una tubería. ¡Son muy diferentes!

Es así como la naturaleza es un antídoto contra el estrés. Pero, debemos saber como enlazarnos con ella. Para eso, se necesita estar preparados; en plena disposición de compenetrarse con la naturaleza. Algunos consejos son los siguientes:

Buscar un espacio natural

Al aire libre, preferiblemente abierto. Un sitio donde se vea un paisaje: mar, montaña, río o lago. Ideal estar en ese sitio durante los atardeceres o amaneceres. Un lugar donde escuchar la brisa y sentir la energía del entorno.

Caminar descalzo

¡Importante! En los pies se expresa el contacto con la Madre Tierra. Usar calzado nos ha expelido del contacto con el suelo, siendo ese punto muy relevante para sentir a la naturaleza.

Meditar sentado

Una vez que se llega al lugar de la meditación, hay que sentarse. Pero, hay que hacerlo luego de liberar energías caminando. De ese modo, el sentarse implica un acto de reposo que precede a lo meditativo.​​​​​​​

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Percibir con todos los sentidos

¡Este es el consejo más importante! Sobre todo, los sentidos que menos usamos en la vida cotidiana. Hay que respirar y sentir los aromas. Escuchar de una manera diferente, que la piel detecte el roce de la brisa y la energía del sol.

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¿Te gusta meditar? Ya sabes que no hay mejor escenario para la meditación que un entorno 100% natural. Busca un sitio adecuado y disponte a disfrutar de esta actividad.

Fuente: La Vanguardia.