La emergencia climática es contundente. La pandemia ha sido el gran clarificador del verdadero daño que sufre nuestro capital y que, sin duda, su manejo responsable o irresponsable, será lo que defina la condena o la absolución de nuestra civilización.

Nos han educado diciendo que la tarjeta de crédito de recursos naturales era ilimitada y que la economía podía crecer indefinidamente. Pues el éxito del sistema de consumo aceleró el proceso hasta superar los limites naturales, mostrándonos una realidad que debemos enfrentar y resolver. De no hacerlo, pondremos en juego todos los derechos adquiridos por generaciones hasta el día de hoy.

La discusión internacional debe centrarse en abandonar el Producto Bruto Interno (PBI) como la medición primaria. En cambio, debería reemplazarse por la Biocapacidad Neta (BN), que es la capacidad de los países para regenerarlos.

El fundamento de esta imperiosa necesidad se encuentra en el hecho de que la expansión económica ilimitada ya no es posible, porque no hay recursos para alimentar un discurso que sirvió de forma efectiva después de la segunda guerra mundial y que ya no es una medición real.

La humanidad se mueve en ciclos crónicos de autodestrucción irracionales, construyendo riqueza y prosperidad, para luego dilapidarlas sin responsabilidad ni sentido común.

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cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia

La situación descripta nos remonta a la memoria. Los historiadores analizan las causas que desencadenaron en la Revolución Francesa:

- Un fracaso de un Antiguo Régimen que no pudo responder a tiempo a la creciente desigualdad social y económica.

- Un rápido crecimiento de la población y las restricciones causadas por la incapacidad de financiar adecuadamente la deuda pública.

- Depresión económica, desempleo y altos precios de los alimentos.

- Sistema fiscal regresivo y la resistencia a la reforma de la élite gobernante.

- Un proceso que tuvo, desde su inicio, a las mujeres como protagonistas, ya que fueron ellas quienes ocuparon las calles durante las semanas precedentes a la insurrección.

ESTAMOS ANTE LA MADRE DE TODAS LAS BATALLAS

De la mano de la digitalización, el dinero físico va a camino a ser un recuerdo. Los medios de pago electrónicos dominarán el mercado e incorporaran a los más de 2.000 millones de personas que no tienen acceso al sistema bancario y entre ellos el 42% de las mujeres que no acceden hoy a medios financieros.

Más globalización es mas democratización, es mentira que encerrarse es la solución. Si el mundo no hubiese estado interconectado en tiempo real, la catástrofe de la COVID-19 hubiese sido mucho peor. Gracias a ello nos recuperaremos más velozmente.

Compartir instantáneamente soluciones y problemas sin fronteras nos ha transformado en la generación que puede lograr un cambio extremadamente veloz.

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Los jefes de gobiernos locales serán los verdaderos garantes del Acuerdo de París. Cuando se entra una etapa de crisis terminales, es momento de regresar a las fuentes. Así, las ciudades-estado, que nacieron antes que los países, serán otra vez el faro de la nueva gobernabilidad.

Las viejas estructuras han quedado expuestas como nunca antes. El monopolio establecido tiene tantas grietas que ya no es posible llamar al plomero, una vez mas. Los sistemas de legitimización de las democracias han quedado obsoletos, votar cada dos años es una eternidad para un mundo que se mueve en tiempo real.

LA CUARTA REVOLUCIÓN DE DERECHOS HUMANOS

Asistimos a un punto de inflexión de la historia, y depende de nosotros decidir si seremos la primera generación que superó los mecanismos crónicos de autodestrucción de los seres humanos o la última que pudo torcer el destino, pero sucumbió repitiendo los errores del pasado.

Es momento de animarnos a re-escribir la historia y re-diseñar un capitalismo agotado. Esto nos permitiría entrar en la cuarta revolución de derechos humanos, en donde una cobertura básica universal no debería ser una transferencia de dinero.

En cambio, tendría que basarse en un nuevo tipo de transferencia por parte de los estados, a través de servicios esenciales centrados en la tecnología, que permita a millones de habitantes tener un hogar sano, acceso a internet básico, un celular con un mínimo de datos, movilidad urbana limpia y gratuita, educación a distancia y salud digital garantizada para todos.

Esto daría nacimiento a la mayor clase social con derechos adquiridos jamás concebida. Solo depende en manos de quien estará el poder que decida el futuro de todos nosotros a nivel local y planetario.

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¿Y tú, qué opinas de esta nueva revolución? ¡cuéntanos en los comentarios!