A poco más de un año del surgimiento del primer caso de COVID-19 en Wuhan, aún los especialistas están tratando de comprender mejor este virus que ha afectado a millones de personas alrededor del mundo.

Una de las situaciones que mayor curiosidad ha causado con relación a este virus es su carácter impredecible; pues causa síntomas de diversa intensidad en las personas. Así, algunos pacientes pueden llegar a presentar signos muy graves, otros leves y un grupo de afectados pueden no tener ningún síntoma en lo absoluto.

Estudiosos han realizado investigaciones respecto a este grupo asintomático de pacientes y nos dan algunas respuestas en relación con la naturaleza misma del COVID-19.

La ausencia de síntomas en contagiados por COVID-19

Es bien sabido que el COVID-19 se ha convertido en una pandemia mundial como consecuencia de su alta contagiosidad; pero además de esto, este virus logra esconderse en el organismo por varios días sin ser detectado por el sistema inmune. Una persona contagiada por COVID-19 no presenta signos durante los primeros días y puede no llegar a presentarlos; sin embargo, contagia a las personas a su alrededor. Este factor ha sido fundamental en la propagación del virus.

Aunque es que las consecuencias del contagio de COVID-19 en la salud son graves, la ausencia de síntomas también significa una problemática grave. La razón es que una persona que no presenta señales tiene mayores posibilidades de contagiar a más personas a su alrededor. Por esta razón, los especialistas se han preocupado por comprender la razón por la que este virus actúa de esta manera en ciertos organismos.

Se ha detectado, según diversas investigaciones, que un quinto de los contagiados por COVID-19 no presenta ningún síntoma; sin embargo, la carga viral suficiente para contagiar a otros está presente en el organismo. La pregunta es por qué estas personas son asintomáticas teniendo el virus presente en su cuerpo.

El COVID-19 se esconde del sistema inmune

El COVID-19 ha demostrado ser un virus que tiene la capacidad para camuflarse muy bien; por esta razón, la mayoría de los pacientes no desarrolla signos sino después de diez días de ocurrido el contagio. Tiempo durante el cual el paciente contagia a quienes estén a su alrededor. Algunas de estas personas, posteriormente, presentan síntomas de diversa intensidad y otras ninguno en particular.

La razón por la cual se dan niveles tan variados de síntomas y afectación de la salud es por la capacidad que tiene este virus de esconderse del sistema inmune. Cuando los pulmones son afectados por un virus; por ejemplo, la influenza, los macrófagos alveolares lo detectan y producen una proteína llamada interferones que inicia la batalla en contra del virus, lo que genera síntomas. Esta es la respuesta natural del organismo.

Sin embargo, esto no ocurre con el COVID-19. Este virus tiene la capacidad de ocultarse y neutralizar por completo o retrasar la respuesta inmune. Lo que explica la variabilidad en el nivel de los síntomas.

Aún queda mucho por conocer de este virus y hasta el momento la mejor arma para combatirlo, sigue siendo mantenerse informado y el autocuidado.