Es el Día Mundial del Medio Ambiente y tengo el honor de que me convoquen a escribir al respecto. Me pone muy contento tener la oportunidad de compartir mi pasión y experiencia en esta fecha tan importante para reflexionar y generar conciencia sobre nuestro hogar, la Tierra. Me detengo un segundo y pienso que, personalmente, desde que puedo recordar, tuve la suerte de siempre ver a la Tierra como nuestro hogar y así respetarla.

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En un momento como este, en el que festejamos los cumpleaños viendo las caras de nuestros queridos por redes sociales y plataformas digitales diversas, la naturaleza nos convoca.

Recorrí la Argentina entera. Observé las tortugas cruzar las rutas arcillosas de El Impenetrable norteño, las vicuñas de La Puna y los pingüinos de Punta Tombo. Desde esa belleza fuera de foco, empecé a caminar para madurar con velocidad un emprendimiento social cuyo foco estaba en el acceso a agua como derecho para la población.

Mientras nuevos proyectos nacían en torno al cuidado de la naturaleza, nuevos Parques Nacionales o campañas para proteger el tapir, mi emprendimiento iba ganando experiencia en el filtrado de agua turbia, en talleres de higiene y en la exploración de tecnología innovadoras lejanas y locales. Tanto los líderes locales (como los baqueanos) como los líderes globales, nos fueron mostrando el ambiente como foco.

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Tanto tiempo pasamos mirando el vaso de agua, y aquel recipiente de agua sucia que filtramos, o el agua que salía de pozo, hasta que nos iluminamos con el conocimiento del sector para ir al nacimiento de esa molécula del par de hidrógeno y el oxígeno que nos dan el porcentaje mayor del peso corporal y rigen la vida en la Tierra. Así, a la cuenca fuimos, a la fuente volvimos y nos encontramos con cientos de iniciativas para protegerlas, así como las razones de su dolor.

La deforestación le quitó el hogar y las características propias de su hábitat a cientas de especies y al agua también, le quitó su natural acción de filtrado que la flora hacía para los seres vivos.

Para ahí vamos entonces. Un emprendimiento que abre los ojos, así como sería ideal que una civilización entera también lo haga, para encontrarse responsable y parte de una solución que nos llama desde su fuente, y nos pide detener ciertas acciones y encarar la regeneración lo antes posible.

Empezamos con un propósito que en un principio nos mostró un vaso de agua sucia, pero el recorrido en el terreno, y las sendas de la mismísima naturaleza despertó el verdadero foco: el ambiente.