Citomegalovirus: el virus silencioso que casi todos tienen y pocos conocen: aunque la mayoría de las personas nunca oyó hablar de él, el Citomegalovirus (CMV) infecta al 50-80% de la población adulta en todo el mundo. Se transmite de forma muy similar al "virus del beso" (Epstein-Barr) y puede permanecer en el cuerpo durante toda la vida sin dar síntomas. Sin embargo, puede representar un riesgo serio en ciertos casos.

¿Qué es el Citomegalovirus?

El CMV es un virus común de la familia del herpes (la misma a la que pertenecen el herpes simple y el Epstein-Barr). Al igual que otros virus de esta familia, una vez que infecta al organismo, no se elimina completamente: permanece latente y puede reactivarse.

¿Cómo se transmite?

Puede contagiarse por contacto directo con fluidos corporales como saliva, orina, sangre, lágrimas, semen o leche materna. Por eso es frecuente que se transmita entre niños pequeños en guarderías o por besos, relaciones sexuales, o incluso por compartir utensilios.

Advertencia: riesgo de una pandemia peor que la COVID-19

El CMV es un virus común de la familia del herpes (la misma a la que pertenecen el herpes simple y el Epstein Barr). (Imagen: Pinterest)
El CMV es un virus común de la familia del herpes (la misma a la que pertenecen el herpes simple y el Epstein-Barr). (Imagen: Pinterest)

¿Cuáles son los síntomas?

En la mayoría de los adultos sanos, el virus no da síntomas o genera una leve fiebre pasajera, fatiga o inflamación de los ganglios. Pero si el sistema inmune está debilitado —por ejemplo, en personas con VIH, trasplantes o cáncer—, puede causar infecciones más graves en los pulmones, el hígado, la retina o el cerebro.

También representa un riesgo importante en el embarazo, ya que puede transmitirse al feto y provocar complicaciones como sordera, microcefalia o retraso en el desarrollo.

¿Tiene cura o tratamiento?

No existe una cura definitiva. En personas sanas, no se requiere tratamiento. En casos más complejos, especialmente si hay inmunosupresión, se indican antivirales específicos para controlar su avance.

No hay vacuna, pero sí se puede prevenir el contagio con medidas básicas de higiene: evitar compartir cubiertos o cepillos de dientes, lavarse las manos con frecuencia y no besar a bebés en la boca si se sospecha una infección reciente.