Cuando la vida nos confronta con situaciones desafiantes, hay dos actitudes posibles: la aceptación o la resignación. Depende en qué lugar te pares sobre el problema, es la respuesta que obtendrás. Sin embargo, es frecuente que las personas utilicen estos términos como sinónimos, y no lo son.

Como sabemos, si al dolor le oponemos resistencia el resultado será una dosis mayor de sufrimiento. ¿Por qué? En palabras simples, porque a todo lo que te resistes, persiste con más fuerza.

El poder de cambiar las cosas es profundo, suave y sutil. Nada se consigue oponiendo resistencia, porque, de esa forma, sólo lograrás que tenga más contundencia. En esa ecuación de dolor x resistencia = sufrimiento, puedes empezar a ver alguna diferencia entre la aceptación y la resignación.

Pregunta típica de la resignación

“¿Por qué a mí?” es la sentencia más frecuente de quienes se resignan. Se sienten en algún lugar -generalmente inconsciente- merecedores de lo que les pasa. No asumen en nada una posición de expansión, ni siquiera el lugar que les cabe para afrontar las cosas de manera más constructiva. Entran automáticamente en contrición, se meten para adentro.

Una mujer llorando se cubre el rostro con las manos

El diccionario dice: “Resignación: aceptación con paciencia y conformidad de una adversidad o de cualquier estado o situación perjudicial.” Y ejemplifica: "ya no podemos hacer nada más, solo nos queda la resignación"

La persona que se resigna se entrega y no puede hallar nada positivo ni constructivo en esa actitud. Se abandona, pierde su poder personal, y, al hacerlo, no construye, sino que retrocede en su vida.

La persona que se resigna asume el papel de víctima. Esto significa que hay otro que es responsable de todo lo que le pasa y le “toca” vivir. De esta forma, deja toda su existencia librada en manos de terceros o del destino.

La pregunta superadora de la aceptación

“¿Para qué a mí?” es la clave del despertar del conocimiento, aprendizajes y nuevas experiencias de las personas que aprenden a aceptar.

Es importante distinguir que aceptar no significa justificar las situaciones. Aceptar es “aprobar y dar por válido un cauce acerca de algo que sucede, o una decisión a tomar”. Desde esta perspectiva, como puedes observar, se activa una posibilidad interesante de encontrar el sentido y propósito de cualquier experiencia por la que atravieses.

El proceso de aceptar es el inicio del cambio y la transformación humana, porque permite que entres en un nivel de entendimiento superior, para que, desde allí, construir una resignificación más conducente a hallar el sentido y de qué forma puedes transformar el desafío en experiencia.

Una clave esencial del aceptar es el entender, no sólo desde un punto de vista mental, sino, más que nada, de apertura interna para ver qué hay allí para ti, para seguir creciendo. Incluso a través del dolor y las experiencias límites.

mujer pensando

5 preguntas poderosas para aceptar los retos de tu vida

Esta secuencia de cinco preguntas poderosas puede servirte como una guía para obtener más respuestas sobre cualquier cosa que te desafíe en la vida.

Trabájalas conscientemente; tómate tiempo y permítete sentir, sufrir, experimentar las emociones que se presenten:

  1. ¿Para qué me sirve esta experiencia?
  2. ¿Qué viene a enseñarme?
  3. ¿Qué es lo que aún no puedo ver de esta situación?
  4. ¿Cómo puedo contribuir en una forma más positiva?
  5. ¿Qué pequeña acción puedo encarar para abrirme a mayor aceptación?

Tenlas presentes para encontrar más rápidamente un camino de salida y, sobre todo, de entendimiento para avanzar.