La maternidad supone una cantidad enorme de cambios dentro del cuerpo de la mujer bajo diferentes aspectos: físico, mental, emocional, familiar, etc. Esto ha sido demostrado a lo largo de los años a través de diversas investigaciones científicas que buscan explicar como se prepara el cerebro de las mujeres ante la llegada de un bebe.

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Nos referimos a fuertes cambios asociados a las hormonas, los cuales desencadenan un aumento de la neuroplasticidad. Este proceso es comparado con los cambios que se producen durante la adolescencia y es conocido como matrescencia. El término fue adoptado por la antropóloga Dana Raphael durante la década del setenta y que ha ido ganando relevancia durante los últimos años.

“Al igual que la adolescencia describe la transición de un niño a la edad adulta, la matrescencia describe la transición de una mujer a la maternidad. Adolescencia y matrescencia son periodos coordinados por hormonas esteroideas, y épocas de neuroplasticidad y de vulnerabilidad mental.

Además, ambas son épocas de cambio y adaptación, aunque hay una amplia variabilidad en lo que cada persona experimenta individualmente”, explica Magdalena Martínez García. La neurocientífica trabaja con los grupos de neuroimagen de Neuromaternal (Madrid) y BeMother (Barcelona), pioneros en realizar estudios longitudinales del cerebro de madres en diferentes periodos, desde antes del embarazo y pasando por la gestación hasta el posparto.

Susanna Carmona Cabañete es psicóloga clínica, doctora en Neurociencia y directora del grupo de investigación Neuromaternal del Instituto de Investigación Santiaria Gregorio Marañón. Asegura que durante el primer embarazo, el cerebro de la mujer se modifica de forma considerable.

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Foto: Deposit Photos.

“Los cambios cerebrales que caracterizan este periodo vital son tan marcados que actualmente la comunidad científica considera el embarazo la etapa de mayor plasticidad cerebral de la vida adulta”, asegura.

Según Susanna, esto se refiere a una ventana temporal durante la cual el cerebro es más maleable para poder adaptarse a esta experiencia. Este proceso se ve fuertemente influenciado por fluctuaciones hormonales y la interacción con el bebé:

“Las primeras preparan al cerebro para que se torne más plástico; la segunda ejercerá presiones para moldearlo y adaptarlo a las demandas de la nueva etapa”.

Pero, ¿por qué ocurre esto?

Durante la etapa del embarazo, el cerebro de las madres se torna modelable, para favorecer la adaptación a los enormes requerimientos que trae consigo la maternidad. Estos requerimientos muchas veces colisionan con los estilos de vida de muchas mujeres y la forma en la que éstas experimentan el periodo del embarazo, parto y post–parto.

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“El cerebro se adapta constantemente tanto a nuestro estado interno como a nuestro entorno. Y muchas veces lo que te pide el cuerpo choca con tu situación socioeconómica, incluyendo tu situación familiar y tus condiciones laborales. Actualmente, vivimos la maternidad con una constante ambivalencia entre el privilegio y la precariedad”, sostiene Magdalena Martínez, neurocientífica que trabaja con los grupos de neuroimagen de Neuromaternal (Madrid) y BeMother (Barcelona).

Es por esto que procurar tranquilidad y protección a la mujer durante el periodo de embarazo es algo sumamente esencial. Tradicionalmente la sociedad se ha enfocado en el impacto negativo del embarazo y la maternidad. Sin embargo, estas investigaciones se han fijado principalmente en las madres, quienes atraviesan por cambios significativos en sus vidas y pueden llegar a sentirse que quedan en un segundo plano durante la maternidad. Una buena red de apoyo y cuidado familiar es importante para mantener la salud física y emocional de las madres.

Fuente: El País.