La crueldad puede manifestarse de diferentes maneras, y en situaciones diversas. Pero su mayor carga ofensiva la adquiere cuando se manifiesta sobre un indefenso. Como en este caso, sobre un animal.

El hecho ocurrió en Argentina, donde en medio de un allanamiento, originado por ruidos molestos, la policía de la ciudad de Buenos Aires halló a Coco un mono carayá de unos 6 años.

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Durante el operativo, la policía encontró a Coco en un estado preocupante, pesando y midiendo una cuarta parte de lo normal para un animal de su edad y con el cuerpo completamente atrofiado. El mono estaba dentro de un armario sin luz, sin agua, y sin ventilación.

Tras el allanamiento, la fiscalía especializada en derecho animal y ambiental de la ciudad de Buenos Aires ordenó que quedara al cuidado de la ONG Pájaros Caídos.

Clara Correa, integrante de esa organización, contó detalles sobre cuál era el estado del simio, estaba desnutrido y no tenía fuerzas en los músculos.

"Es un macho que no puede moverse. Se arrastra, se ve que lo han tenido con los brazos inmovilizados porque no puede moverse. No tiene musculatura. Nuestra presunción es que lo han tenido en ese lugar, o en un lugar parecido, en un estado de esclavitud animal", explicó Clara.

Y dio detalles de los cuidados más urgentes para Coco. "Primero y principal le estamos dando contención. Porque a pesar de ser un animal que está en peligro de extinción y a pesar de ser un mono silvestre está muy domesticado y necesita mimos, atención, contención, cuidados", enumeró la voluntaria.

La especie carayá, a la cual pertenece Coco, es la que más se comercializa dentro de las redes ilegales debido a su accesible tamaño y a que requiere poco dinero para capturarlo.

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En general, los animales son transportados de manera muy precaria en valijas, mochilas o frascos si son pequeños, y miles mueren durante el viaje.

El destino de este animal está en manos de la Justicia. Mientras tanto, quienes le hicieron tanto daño a Coco están libres porque el tráfico de especies se sanciona con multas no con prisión.

En Argentina la pena prevista en la ley contra el maltrato animal N° 14.346, consiste en 15 días a un año de prisión, mientras la ley de fauna silvestre, que castiga el tráfico de especies, solo contempla multas.

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Fuente: la Nación