¿A quién no le ha pasado alguna vez de haberse decepcionado de más por haberse creado antes muchas (o falsas) expectativas? Puede haber sido una situación, como un trabajo que queríamos, o una relación que proyectamos.

Las expectativas de la vida siempre tienen su doble filo: si bien la ilusión nos motiva y nos alegra, también puede hacernos pasar por alto las dificultades o decepcionarnos mucho si no se concreta como hubiésemos querido.

¡No te aflijas! Esto nos ha pasado a todos, y el límite entre la motivación y la idealización no siempre es tan fácil de percibir. Lee esta nota y sigue tratando de encontrar ese equilibrio en tu vida.

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Mira las cosas como son y no como te gustaría que fueran

Cuando nos ilusionamos con algo o alguien es común que resaltemos todo lo que tiene de bueno y bello, y obviemos lo demás, incluso lo negativo. Pero poder ver ese lado "B" es importante para evaluar las cosas tal cual son. Esto no quiere decir perder la ilusión, si no evitar generarnos falsas expectativas si ya hay indicios de que las cosas no son como quisiéramos que sean.

No proyectes hacia afuera

Las expectativas a veces también se generan por estar depositando afuera (en un trabajo, una persona, un vínculo, etc.) nuestro deseo. Si queremos que lo que suceda sea increíble como "por arte de magia", y que sea tal cual lo deseamos, quizás estemos tomando una actitud demasiado pasiva, dejando lo que nos gustaría a merced de los demás. Si, por el contrario, tomamos las riendas de lo que queremos, ya no esperaremos tanto, sino que saldremos a buscarlo.

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No esperes nada de nadie

Descubrir y aceptar quien eres es no esperar que nadie, tampoco una relación, venga a solucionar algo en tu vida o te haga feliz. Si depositas esto en algo externo estarás "cargándolo" de expectativas que en verdad son tuyas personales, para contigo mismo. Si te paras en ese lugar verás cómo disminuyen los reclamos, los rencores y las decepciones.

No busques lo perfecto

No pretendas que las cosas, ni siquiera tú mismo, sean perfectos, ¡nadie ni nada lo es! Aceptar implica ver lo positivo y lo negativo de las cosas (también de nosotros) y evitar aspirar a alcanzar una imagen falsa de perfección que solo nos presiona y nos genera expectativas que se frustran rápidamente.

Plantéate metas reales

No dejes de proyectar, pero plantéate objetivos más concretos y alcanzables. Eso te ayudará a mantenerte motivado pero con los pies sobre la tierra, para actuar con pasión, pero también proyección real, y así evitarte un mal trago al mirar los resultados.

¿Te han servido estos consejos? ¿Con quién los compartirías?

Fuente:

The minds journal