Mirar a la nada, escuchar el sonido como si estuviera a kilómetros de distancia, perderte en tus pensamientos y preguntarte, ¿esto es todo lo que hay? Nadie dijo que entrar a la vida adulta sería fácil. Mucho tiempo idealizamos esta etapa de independencia como una forma de alejarnos de las cadenas impuestas por nuestros padres, de hacer lo que se nos diera la gana y vivir sólo bajo nuestra cuenta.

Pero la realidad crea cadenas más grandes y pesadas, lo peor de todo, ya no contamos con el apoyo de nuestros padres –por lo menos no de la misma forma que antes, pues ya es nuestra obligación salir adelante sin su ayuda–, y es cuando vemos nuestra vida sin un propósito más que el de la rutina diaria que nos consume poco a poco.

El secreto para cambiar eso está ahí. Encontrar lo que amamos una vez más o descubrir algo nuevo, todos lo conocemos pero su imposibilidad nos hace olvidarnos de ello: se trata de algo tan simple como viajar.

Aléjate de todo

Toma tus maletas, emprende el vuelo y sin ayuda de nadie muévete por un destino en el que nadie hable tu idioma. Esto te da perspectiva, te demuestra que tus problemas pueden provenir, no del exterior, sino de lo que pasa dentro de ti. Alejarte de todo es lo que te puede enseñarte la raíz del problema en lugar de sólo mostrarte lo que hay en la superficie.

Cambiar tu perspectiva

Si encuentras la raíz del problema, podrás atacar desde ahí, y si te encuentras lejos, tendrás tiempo para entender qué es lo que realmente quieres. Muchas veces sabemos qué es lo malo en nuestras vidas, pero la misma rutina nos impide cambiarlo. Viajar, tener tiempo para pensar y decidir es indispensable para que al regreso, tengas un plan de acción más que una simple idea de qué podrías hacer.

Pregunta y responde

Tal vez no sólo es el sentido de tu vida en un ámbito profesional, tal vez las dudas sobre tu relación, la forma en que te relacionas con los demás o conflictos internos son cosas que no comprendes en su totalidad. Viajar te permite afrontar con honestidad y crudeza esas cuestioens que muchas veces autocensuramos por parecer algo realmente difícil. Viajar te permite hacerte un examen de conciencia como no imaginabas.

Conócete más

Viajar es la oportunidad para nuevas experiencias. Desde actividades físicas que ponen a prueba todo lo que creías de ti o el abrirte a nuevas culturas, aprender tradiciones que chocan con todo lo que tú creías acerca de la vida. A través de lo nuevo y desconocido abres puertas en tu interior que desconocías.

Conoce gente

Además de experiencias, si viajas, sobre todo solo, encontrarás a gente que te cambiará la vida. Te obligarás a platicar con desconocidos de todo el mundo, a entender nuevas ideas y explorar distintos puntos de vista (no sólo del lugar en el que estás sino de cada persona que viene de otro punto distinto del planeta). Descubrirás cosas que no creías acerca de ti gracias a ellos.

Viajar no puede transformarte a menos que te dejes llevar por la experiencia. Se trata de un acuerdo con tu vida para encontrar eso que ya no sientes, lo que hace falta en ti y que aún sabes que existe pero se ha perdido por una rutina que tal vez no elegiste; se trata de encontrarte una vez más.