Polémica: Australia bajo fuego por matar caballos salvajes: durante la primera semana de mayo, el gobierno del estado de Nueva Gales del Sur ejecutó un operativo que terminó con la vida de más de 2.000 brumbies, como se conoce a los caballos salvajes que habitan el Parque Nacional Kosciuszko. La medida fue justificada como parte de un control poblacional urgente para proteger la flora y fauna nativa en peligro de extinción.
Los disparos se realizaron desde helicópteros, una práctica que ya había sido duramente cuestionada en el pasado por su brutalidad y falta de precisión. En muchos casos, los animales mueren lentamente tras ser heridos.
La reacción global: "Esto no es conservación, es una masacre"
La noticia desató una ola de repudio internacional. ONG como PETA, World Animal Protection y la Humane Society calificaron la matanza como una "decisión vergonzosa", argumentando que existen alternativas éticas no letales como la reubicación o la esterilización.
"Esto no es conservación, es una masacre aérea encubierta", afirmó Sarah Dawes, vocera de una asociación australiana protectora de caballos. Las imágenes que circularon en redes sociales mostraban cuerpos de equinos esparcidos por el parque, intensificando la indignación pública.
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¿Por qué el gobierno eligió esta vía?
Desde el Ministerio de Medioambiente local explicaron que los brumbies representan una amenaza seria para el ecosistema alpino, especialmente para especies como el sapo corroboree y ciertas plantas endémicas. También aseguran que las poblaciones equinas crecieron de forma descontrolada, superando los 18.000 ejemplares.
“El impacto ecológico de estos animales es devastador. Se están destruyendo zonas de alto valor ambiental”, dijo un vocero oficial.
¿Qué sigue?
Mientras se multiplican las denuncias legales y protestas ciudadanas, algunos sectores políticos reclaman una revisión urgente del programa de exterminio y un debate abierto con participación pública. Activistas exigen una moratoria inmediata sobre la matanza y el desarrollo de un plan de gestión humanitaria.
El caso de los brumbies vuelve a poner sobre la mesa un dilema que atraviesa a muchos países: ¿hasta dónde puede llegar la intervención humana en nombre del equilibrio ecológico? En Australia, esa pregunta hoy se responde con disparos desde el cielo y miles de cadáveres en tierra.