Pintura en Sudáfrica muestra un animal extinto hace 250 millones de años: el vínculo entre el saber indígena y la ciencia da un giro inesperado a través de un hallazgo singula.
Investigadores encontraron arte prehistórico que representa a un dicinodonte, un animal prehistórico que vivió hace 250 millones de años. Sorprendentemente, la imagen fue creada en 1835 por el pueblo San, mucho antes de que la ciencia los identificara. Este hallazgo no solo amplía la mirada de la paleontología, sino que demuestra cómo las comunidades originarias ya interpretaban fósiles e incorporaban esos conocimientos en su cultura y espiritualidad.
El hallazgo en la finca La Belle France
Un equipo de la Universidad de Witwatersrand localizó esta pintura dentro de una caverna en la propiedad La Belle France, ubicada en Sudáfrica. La imagen muestra a un dicinodonte, perteneciente al grupo de los terápsidos, estrechamente ligados a los mamíferos. Estos animales dominaron como herbívoros durante el período Triásico y compartieron su hábitat con los antepasados de los dinosaurios. El profesor Julien Benoit subraya que la capacidad de los San para representar fósiles sugiere que poseían un tipo de intuición científica que les permitía interpretar estos vestigios no solo como rarezas, sino como elementos con un profundo valor espiritual y natural.
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El dicinodonte en la cosmovisión San
Para la comunidad San, los restos fósiles no eran fenómenos ajenos. Benoit señala que vivían en regiones ricas en fósiles y posiblemente asociaban estos huesos con seres míticos o espíritus ligados al agua y la fertilidad, conocidos como “animales de lluvia”. Estas interpretaciones formaban parte de una cosmovisión donde lo natural y lo espiritual estaban profundamente entrelazados. Con su aspecto singular, los dicinodontes podrían haber sido considerados criaturas sobrenaturales que explicaban fenómenos del entorno, como la llegada de las lluvias o la abundancia en la cosecha.

Protagonistas del Triásico
Los dicinodontes fueron herbívoros de gran diversidad, desde pequeños hasta enormes como Lisowicia bojani, cuyo fósil fue descubierto en Polonia. Esta especie, de unas nueve toneladas, poseía una postura recta, lo que le permitía sostener su peso corporal de manera eficiente. Sus colmillos y esa postura erguida ilustran un caso de evolución convergente, en el que especies sin relación cercana desarrollan rasgos similares debido a condiciones ecológicas análogas.
Saberes que se encuentran: arte, fósiles y memoria ancestral
El descubrimiento en La Belle France resalta la relevancia de reconocer los conocimientos tradicionales dentro del campo científico. Esta obra rupestre no es solo arte simbólico, sino una prueba de que los San tenían nociones sobre especies desaparecidas y se interesaban por reconstruir su imagen. Esta convergencia entre cultura y ciencia abre nuevas puertas para comprender el pasado con una mirada más integradora.
La cooperación entre paleontólogos, arqueólogos y especialistas en culturas originarias permite redescubrir la historia de forma más inclusiva. Este hallazgo no solo profundiza en la biodiversidad del Triásico, sino que también reconoce y valora el aporte milenario de los pueblos originarios al conocimiento humano.