La cría de animales en América Latina se modificó a partir de la colonización. Hasta ese momento. los pueblos originarios hacían un uso sustentable y eficiente de la tierra y fauna silvestre: cultivaban en un sistema de terrazas que abonaban con guano de aves marinas, usaban llamas y alpacas como animales de carga y producían lana y carne en un sistema de ganadería muy desarrollado. Consideraban a los animales silvestres un recurso valioso que debían ser cuidados y utilizados de forma racional.

Con la colonización, los europeos introdujeron el ganado bovino, ovino y equino, dando inicio a la cría extensiva: la crianza de animales en ecosistemas naturales con ciertas modificaciones hechas por el hombre.

Esta forma de ganadería en la que los animales se alimentan de pastizales, hierbas o prados, permite utilizar el territorio por largos períodos de tiempo. La introducción de estos grandes herbívoros, el sobrepastoreo, la invasión de plantas exóticas como el cardo y las prácticas de quema de pastizales para favorecer el rebrote, llevaron a un desequilibrio y cambio ecológico.

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¿Cuál es el principal problema?

La demanda y producción mundial de productos ganaderos avícolas, porcinos, bovinos y ovinos, están aumentando rápidamente debido al crecimiento poblacional. Esto hace que los productores modifiquen la cría ganadera extensiva e implementen una ganadería intensiva: la industrialización de la explotación ganadera.

Para ello, el ganado se encuentra generalmente estabulado, bajo condiciones artificiales, con el objetivo de incrementar la producción de carne y otros derivados animales como huevos, leche, lana, etc. en el menor tiempo posible. Estos sistemas ganaderos tienen impactos negativos significativos en lo social, en el ambiente y en la biodiversidad.

Tal como lo establece la FARN (Fundación Ambiente y Recursos Naturales), la intensificación de la ganadería trajo aparejadas consecuencias socioambientales. El incremento en la emisión de gases de efecto invernadero, los contaminantes efluentes de los corrales, el mayor uso de agroquímicos en la producción de alimentos para el ganado, y hasta un incremento en la potencialidad de las llamadas enfermedades zoonóticas.

A su vez, la FAO expresa que la ganadería es la actividad humana que ocupa una mayor superficie de tierra. La expansión de la producción ganadera es un factor fundamental en la deforestación, especialmente en América Latina donde se está produciendo la deforestación más intensa. Gran porcentaje de las tierras agrícolas son utilizadas para alimentar al ganado.

El sector ganadero también es responsable de la contaminación atmosférica por las emisiones de metano y óxidos nitroso, ambos gases de efecto invernadero. Estos están asociados a la alimentación de los animales y la gestión ambiental que se realiza sobre el estiércol derivado de este sistema de producción intensivo. Dicha actividad es responsable del 18% de las emisiones de gases de efecto invernadero, ¡mayor que el correspondiente a los medios de transporte!

La actividad ganadera es probablemente la mayor fuente de contaminación del suelo y del agua. Los animales excretan en el ambiente entre un 60 y 80 % de nitrógeno y el fósforo que ingieren. Estos desechos están compuestos por metales pesados, microorganismos patógenos, antibióticos y drogas de uso veterinario. Estos residuos contaminan el suelo y acuíferos mediante la infiltración. Asimismo, contribuyen a la eutrofización, a la degradación de los arrecifes de coral, a la aparición de problemas de salud en los seres humanos, a la resistencia a los antibióticos, entre otros.

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calentamiento global

La ganadería además constituye cerca del 20% del total de la biomasa animal terrestre, y el 30% de la superficie terrestre que ocupa hoy en día estuvo antes habitada por fauna silvestre. De hecho, la ganadería podría ser la primera responsable de la pérdida de biodiversidad. Esto se debe a que es la primera causa de deforestación y tiene una alta participación en la degradación del suelo, la contaminación, el cambio climático, la sobreexplotación de recursos pesqueros, la sedimentación de zonas costeras y la propagación de especies invasivas exóticas.

Hoy se estima que la huella ecológica en una determinada área de producción ganadera tiene una influencia en el ambiente 10.000 veces superior a su superficie. El impacto ambiental que genera no es sostenible en el tiempo. Su costo ambiental, social y económico es muy alto.

Se hizo y se hace un uso y abuso de la naturaleza, creando diversos conflictos ambientales. Ante una problemática ambiental la sociedad debe estar informada, reaccionar y modificar sus hábitos alimenticios, en defensa del ambiente.

Rescatar el pasado para construir en el futuro un país más verde”.

Antonio Brailovsky