Primer video del calamar colosal en libertad sorprende al mundo: por primera vez, esta criatura enigmática fue registrada en video viva, nadando en su entorno natural a 600 metros de profundidad, cerca de las islas Sandwich del Sur.

Durante más de un siglo, el calamar colosal (Mesonychoteuthis hamiltoni) fue casi un mito. Sus apariciones eran solo fragmentos: restos encontrados en los estómagos de cachalotes o atrapados accidentalmente por redes de pesca en aguas profundas. Sin embargo, eso ha cambiado.

También te puede interesar: Terror azul en Sídney: aparece un pulpo mortal tras más de 60 años

Avistamiento histórico: el primer calamar colosal vivo grabado en su hábitat

Gracias a un vehículo submarino no tripulado, el SuBastian, operado por el Schmidt Ocean Institute a bordo del buque científico R/V Falkor, se logró captar en marzo de 2025 a un ejemplar juvenil de calamar colosal. Aunque el individuo medía apenas 30 centímetros, su importancia para la ciencia es enorme: representa una ventana inédita a las primeras fases de desarrollo de esta especie abisal.

Una criatura legendaria: 100 años de misterio

El hallazgo coincide con los 100 años de la primera descripción oficial de esta especie, realizada en 1925 por el biólogo James Erik Hamilton tras analizar restos hallados en un cachalote. Desde entonces, el Mesonychoteuthis ha alimentado la imaginación científica, siendo una de las criaturas más esquivas del planeta. Hasta ahora, todos los ejemplares habían sido hallados muertos o gravemente dañados.

La grabación es resultado de una expedición de 35 días liderada por el programa Ocean Census, una colaboración internacional entre el Schmidt Ocean Institute, la Fundación Nippon y el proyecto GoSouth. El equipo se propuso explorar las regiones marinas profundas más inexploradas del hemisferio sur.

Un gigante de las profundidades

Aunque el ejemplar registrado es joven, los calamares colosales adultos pueden medir más de 7 metros y pesar hasta 500 kilos, lo que los convierte en los invertebrados más pesados del planeta. A medida que crecen, descienden a mayores profundidades y pierden la transparencia de su juventud, dificultando su observación en vida.

Hasta ahora, se sabía de su existencia gracias a hallazgos puntuales: uno de casi 5,2 metros capturado por un barco soviético en 1981 y otro de 9 metros en 2007. Ambos perecieron al emerger, impidiendo estudios sobre su comportamiento natural. Este nuevo registro permite observar cómo se desplaza y se comporta en su entorno, lo que marca un antes y un después en el estudio de su biología.