La vida urbana depende de los ambientes naturales: en el abastecimiento de agua y la regulación del clima como en la obtención de insumos y productos de todo tipo. De los recursos extraídos y posteriormente manufacturados para el uso, se descartan partes sobrantes que no se utilizan y que se nombran haciendo alusión a su estado físico: efluentes líquidos, emisiones gaseosas y residuos sólidos. Existen clasificaciones aún más específicas de acuerdo a su origen, composición básica o peligrosidad.

Los residuos sólidos urbanos (RSU) son los elementos, objetos o sustancias generados y desechados, producto de actividades realizadas en las distintas áreas de los núcleos urbanos y rurales.

El desarrollo económico, la industrialización y el aumento sostenido del consumo, han supuesto una variación muy significativa en la composición y volumen de los residuos producidos. El modelo de desarrollo actual sobreexplota los recursos naturales, agota aquellos no renovables y la naturaleza es incapaz de absorber por sí sola los residuos generados. Los modos de disposición de los RSU pueden no ser suficientemente eficientes y pueden ser directa o indirectamente perjudiciales para el ambiente y la salud.

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La generación y disposición de residuos sólidos urbanos es uno de los grandes desafíos de la gestión ambiental urbana en un área metropolitana. Desde las ciudades coloniales hasta la actualidad se han sucedido distintos sistemas de tratamiento que cambiaron al ritmo de las prioridades tanto sociales como sanitarias, y de la disponibilidad y accesibilidad a las tecnologías de tratamiento.

Acorde al consumo de cada hogar, de sus posibilidades y costumbres, se generarán diferentes tipos de residuos orgánicos, restos de comida, y residuos inorgánicos: restos de papel, cartón, metales, vidrio, plásticos, etc. Algo similar ocurre en cada oficina, escuela o comercio. Cada día generamos desechos y residuos dependiendo del tipo de consumo que realicemos.

residuos promedio en argentina
Composición de residuos en un cesto típico de un domicilio de Argentina. Fuente: Asociación de Amigos de la Patagonia.

Seguramente has escuchado hablar de separar los residuos inorgánicos (papel, cartón, aluminio, plásticos) para su posterior reciclado y aprovechamiento. Pero, te preguntaste alguna vez ¿Qué sucede con todos los restos orgánicos o restos de comida que generamos diariamente? ¿Pueden ser valorizados?

Residuos orgánicos

Como se muestra en la figura anterior, de todos los residuos que generamos, entre un 40 y 50% corresponde a residuos orgánicos, el resto es de origen inorgánico. En otras palabras, la mitad de los residuos que generamos son restos de material orgánico, que al separarlos podemos aprovecharlos y valorarlos.

Los residuos orgánicos son aquellos que se degradan o descomponen fácilmente por la acción natural de diversos microorganismos, principalmente por hongos y bacterias en presencia de oxígeno. También generamos residuos orgánicos verdes, es decir aquellos que provienen de la poda de plantas, pasto, ramas, restos de huerta orgánica, poda de cercos vivos.

Así como al separar en origen, reciclar y reutilizar los residuos inorgánicos, estamos dándole un valor a estos residuos, lo mismo ocurre con los residuos orgánicos. Podemos hacerlo al separarlos y colocarlos en composteras, realizando una descomposición controlada con materia orgánica, agua y aireación que generan un mejorador de suelos natural, llamado abono.

Al aprovechar y valorizar los residuos orgánicos contribuimos a mejorar el ambiente:

Reducimos considerablemente el volumen y la cantidad de basura que va a los rellenos sanitarios o a los basurales a cielo abierto.

Reducimos el uso de fertilizantes inorgánicos ya que generamos abono natural de forma gratuita.

Ahorramos agua de riego debido a la capacidad de retención del agua del compost. Una capa de 5 a 10 cm de compost conserva la humedad de la tierra y puede reducir el consumo de agua entre un 30% y un 70%.

● Aportamos los nutrientes necesarios para el desarrollo de las plantas de forma natural.

Reducimos los costos de recolección y transporte de los residuos con los consiguientes beneficios para los ciudadanos.

Esta práctica no causa malos olores y puede realizarse en balcones, terrazas, jardines e incluso dentro del hogar. El compostaje doméstico no necesita de energía para funcionar y no tiene gastos de mantenimiento. Además, resulta muy cómodo no tener que tirar los restos fuera de la casa ni tener que comprar bolsas para ello. ¿Qué esperas para aprovechar los restos orgánicos?

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Residuos orgánicos en un balde

Existen varias formas de realizar abonos naturales:

Por degradación anaeróbica:

En un recipiente herméticamente cerrado llamado Biodigestor, un grupo de bacterias producen en ausencia total de oxígeno, la degradación de la materia orgánica, obteniéndose por un lado abono y por otro gas metano que puede ser usado como fuente de energía.

Abonos verdes:

Consiste en enterrar a poca profundidad restos de poda, pasto, malezas, restos de huerta orgánica, plantas. Esta práctica sirve para aflojar suelos apretados, mejorar suelos salinos y aumentar la fertilidad de las tierras puesto que incrementa la materia orgánica.

Lombricultura:

Ésta práctica utiliza una especie de lombriz conocida como “lombriz roja de California” para producir humus o lombricompuesto.

Por degradación aeróbica:

Se obtiene abono de buena calidad a partir de la acción de bacterias y hongos, en un recipiente (compostera) o en pilas sobre el suelos directamente y en presencia de oxígeno.

Esta última práctica es la más recomendada y sencilla para realizar en nuestros hogares a través de la utilización de composteras, ya sea colocándolas en nuestros jardines o en los balcones, y poder tener fácilmente abono rico en nutrientes para utilizar después en jardinería, huerta y elaboración de plantines.

Actualmente existen diversos modelos de composteras de los cuales podemos elegir, los cuales se adaptan al espacio que contemos en nuestros hogares.