Fue por ahí del ‘93, en medio de la Ciudad de México, la metrópoli más contaminada del mundo, cuando Greenpeace hizo su primera actividad en la Diana Cazadora: exigir a las autoridades medidas para mejorar la calidad del aire fue nuestra voz clamando por un cambio radical. Esta primera acción abrió los corazones y la conciencia de otros y otras, les inspiró y les ayudó a encontrar esa chispa, esa voz para defender nuestro frágil mundo.

Estos años de lucha son la historia de gente común haciendo cosas extraordinarias, pero nunca como héroes y heroínas solitarias, sino siendo siempre parte de un movimiento más grande que las individualidades, dispuestas y dispuestos a combinar ese sueño de un futuro mejor con la acción. Encontramos esa chispa de activismo en nuestras raíces, en los movimientos por la paz, el medio ambiente, la juventud, contra la guerra, los derechos civiles y los derechos de las mujeres; encontramos esa misma esperanza y fuerza en las campañas y acciones de nuestra organización.

Por casi tres décadas, hemos investigado, expuesto y empleado la confrontación creativa No Violenta para arrojar luz sobre los problemas y abusos ambientales, señalando la responsabilidad de gobiernos y corporaciones por sus acciones. Nuestra fuerza es y seguirá siendo la colectividad, la voluntad de las personas que toman acción, el poder de la gente.

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Manifestación desde la termoeléctrica en Tula Hidalgo, mostrando la contaminación en la zona. La energía termoeléctrica –que se genera con el calor obtenido de la combustión de combustibles fósiles– produce gases de efecto invernadero a gran escala, que a su vez propician el calentamiento global que ahora padecemos. Por años, la termoeléctrica ha sido en México la principal fuente de energía, muy por encima de las que sí son renovables.

Al conmemorar los 29 años de Greenpeace en nuestro país este 2022, los impactos del cambio climático y el colapso de la biodiversidad siguen pasando factura a los ecosistemas de todo el mundo y a quienes habitamos en ellos. Pudiésemos decir que el celebrar no se siente apropiado, no obstante, el conmemorar el pasado nos permitirá mirar hacia el futuro con esperanza y acción.

Hoy necesitamos un cambio enorme y sin precedentes, en donde necesitamos que miles de millones se unan como un movimiento, tomando medidas y exigiendo un futuro verde y pacífico. Este momento de la historia exige un Greenpeace que sea mejor que nunca: más creativo, más decidido, más diverso, más eficaz.

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Y estamos listos y listas. Con nuestros aliados y aliadas, activistas, seguidores, socios donadores en todo el mundo y con muchas personas más, que ya han encontrado esa chispa activista que les guía hacia la lucha por el planeta que queremos. Somos quienes luchan por un medio ambiente verde y justo, tenemos un extraordinario potencial para exigir un mundo mejor, para promoverlo y nutrirlo, para defenderlo de aquellos que lo asedian y nos lo niegan.

El futuro no está escrito en piedra, no está decidido, aún cuando el tiempo corra, hoy más que nunca necesitamos levantarnos en colectivo y luchar para frenar el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.

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Estamos acá, a 29 años de lucha ambientalista en México siendo parte de esta historia, y yo estoy acá con esa chispa activista que pone mi corazón y voluntad en ese fuego colectivo que empuja y transforma hacia un futuro y mundo mejor.