*Claudia Campero es estratega para Movilización Urbana en Greenpeace México

No recuerdo que en la primaria o secundaria me enseñaran algo de los humedales. Me acuerdo de dibujar bosques, desiertos, selvas, bueno, hasta de tundras, pero no de humedales. La realidad es que esto es altamente preocupante porque los humedales son ecosistemas importantísimos alrededor del mundo pero particularmente en la Ciudad de México.

Los humedales no son otra cosa que porciones de tierra inundadas por temporadas o de forma permanente. En esta ciudad hablamos de Xochimilco y la zona chinampera como el ejemplo más conocido pero dada la naturaleza de la cuenca, existen muchos otros. Desafortunadamente, frecuentemente los ignoramos y no nos damos cuenta del gran aporte que representan.

La UNESCO publicó en 2020 un reporte de Agua y cambio climático donde destacan algo que creo debería ser resaltado ampliamente “De entre los ecosistemas terrestres, los humedales son los que albergan las mayores reservas de carbono, ya que almacenan el doble de carbono que los bosques. Si se tiene en cuenta que los humedales brindan múltiples beneficios colaterales – como atenuación de inundaciones y de sequías, depuración del agua y biodiversidad – su restauración y conservación son de suma importancia”.

¡Los humedales almacenan el doble de carbono que los bosques!

Es decir, si en la CDMX nos ocupamos de restaurarlos - en contraste, con lo que actualmente se está haciendo destruyendo el humedal y construyendo un paso vehícular en Xochimilco - estaremos ayudando a captar carbono y agua además de regular el clima local y mantener el hogar de especies endémicas como el ajolote. El asunto es que es un arma de doble filo. Los sitios que almacenan carbono, si son degradados, se convierten en fuente que libera este elemento que precisamente provoca el calentamiento global.

Si vemos otro de los riesgos importantes que tenemos en la ciudad, agravado por la emergencia climática, el de las inundaciones, los humedales nuevamente son aliados indispensables pues permiten atenuarlas. Cuando una inundación ocurre en un área urbanizada, se considera un desastre, pero si ocurre en un humedal, simplemente es un fenómeno natural que seguirá su curso.

Aquí es importante recordar que precisamente de Xochimilco obtenemos un considerable volumen de agua potable para la ciudad. Si se siguen degradando los humedales, la infiltración también se reducirá lo cual afecta la ya precaria situación en la que nos encontramos de hundimientos y falta de acceso al agua.

Volviendo a esos dibujos de ecosistemas de la primaria, apuesto que los que ustedes hicieron, como los que yo hice, no incluían humanos. Esta desconexión que tenemos con “lo natural” nos pone cada vez más en riesgo como sociedad.

Celebrar el Día mundial de los humedales nos ayuda a visibilizar algo que ha estado bastante ausente del imaginario chilango que apenas recordamos cuando pensamos en Tenochtitlán. Sabemos cómo fue en el pasado, necesitamos imaginarnos y trabajar por un futuro que no sea una plancha creciente de asfalto.

Celebremos, disfrutemos y defendamos los sistemas vivos que son los humedales nos permitirán seguir teniendo agua y reducir el impacto de la emergencia climática en nuestra ciudad.