La mala fama tiene que ver con una mirada desde un ángulo particular que juzga algo que se encuentra del otro lado. Que es distinto a lo que conoce o a lo que considera “bueno”.

Muchas veces estamos tan identificados con ese ángulo del que miramos, que creemos que esa es la verdad. Cuanto más juzgamos, cuanto más convencidos estamos de que lo que vemos es así, más polarizados y ciegos estamos a ver dónde estamos parados y desde dónde estamos mirando el mundo.

El mundo que nos rodea y el mundo interno que nos conforma no están hechos de un solo ángulo o una única forma. Son miles. Somos miles. La pregunta es, con tanta diversidad y contradicción, ¿Cómo hacemos para comunicarnos? ¿Cómo hacemos para relacionarnos?

Si pensamos en los valores destacados en nuestra sociedad actual, todo lo que tenga que ver con salir al mundo, mantenernos comunicados y conectados con el afuera, la rapidez de los procesos y de nuestra movilidad, pareciera ser lo que está en primera plana. Es lo que la sociedad nos dice “así está bien”. Porque ojo con no ser eficientes y productivos.

- Mercurio directo rige todo esto y favorece esos movimientos hacia afuera (viajes, contratos, comunicación, informática).

- Mercurio retrógrado, en cambio, lo que hace es redirigir el flujo de la energía hacia adentro. Abre un tiempo propicio para la reflexión y la meditación, nos invita a viajar hacia nuestro interior.

La traba que podemos sentir afuera, es el freno que necesitamos para escuchar otras cosas, otro ritmo, hacer una pausa y contemplar. Acceder así a otro tipo de información. Decantar, asimilar y comprender todo lo nuevo que nos trajo Mercurio en su viaje directo hasta acá.

En este tiempo de retrogradación, que irá desde el 30 de enero al 20 de febrero, sobre todo está bueno para elaborar los cambios o novedades que hayamos experimentado a nivel del pensamiento, de la comunicación y de nuestros vínculos entre el 15 y el 30 de enero.

El maravilloso aquietamiento de la energía nos sirve para reprocesar la información nueva y que no pase desapercibida o se pierda en la tan valorada y alta velocidad del día a día.

Bendita sea esta pausa.