Según cómo lo define el doctor Jon Kabat-Zinn, fundador del programa MBSR, basado en mindfulness para la reducción del estrés, mindfulness o atención plena es la consciencia que surge de prestar atención de forma intencionada al momento presente con una actitud libre de juicios.

Existen distintas prácticas de mindfulness que, sostenidas en el tiempo, y según evidencia científica, ejercen cambios a nivel estructural y funcional de nuestro cerebro. La práctica nos permite empezar a observar cuáles son aquellos patrones que hemos incorporado –y repetimos- en forma de pensamientos, emociones y comportamientos, siendo éste el primer paso para posibilitar el cambio.

Primero, a nivel individual: ¿cómo me relaciono conmigo mismo? ¿de qué manera estoy y vivo la vida? ¿de qué me doy cuenta a partir de eso que observo? Luego, más allá de mí mismo, impactando no sólo en nuestro círculo más cercano sino también en la forma de estar y vincularnos con todo lo que nos rodea.

Es muy interesante observar de qué manera me empiezo a relacionar con mi entorno cuando cambio el vínculo conmigo mismo.

Paisaje montañoso con cartel que indica Change Your Mindset

Las actitudes sobre las que se fundamenta la práctica de mindfulness son interdependientes, es decir, el cultivo de una influye en la otra y pueden no sólo ayudarnos y acompañarnos a transitar momentos de dolor sino también nos invitan a integrarlas como una forma de estar y vivir. El despliegue de estas actitudes refleja la impermanencia y el cambio constante como las bases esenciales de la vida que, a su vez, nos recuerdan la importancia de conectar con la experiencia directa y de vivir el momento presente tal como se presenta.

  • Aceptación:

Si tomamos el ejemplo de una situación difícil o dolorosa que notamos demandará de nuestra presencia y energía, se vuelve esencial poder aceptar en lugar de resistir-nos a eso que aparece. Cuando nuestro patrón habitual es el de resistirnos o rechazar, perdemos mucha energía que necesitamos para enfocarnos en lo que sí depende de nosotros y estamos dispuestos a hacer al respecto, aunque más no sea decidir tomar una actitud de apertura frente a lo que sucede y no necesariamente una acción puntual.

Si nos detenemos a reflexionar un instante: frente a situaciones dolorosas o que no hubiésemos elegido, más tarde o más temprano, ¿no es aceptar lo que terminamos haciendo?

Aceptar no en el sentido de resignarnos, sino más bien una actitud que nos invita a cultivar la apertura, a dejar que lo que sea que esté sucediendo -y no esté bajo nuestro control- suceda para abrir espacio en nosotros y, desde ahí, desde ese lugar tan vasto que se abre, conectar con la oportunidad: ¿qué posibilidad se abre frente a esto que se presenta? ¿requiere de una acción por mi parte? ¿O requiere más bien de un cambio interior en mi actitud? ¿qué posibilidad tengo de elegir tomar una actitud más amable en lugar de una postura juiciosa? ¿voy a usar mi tiempo y energía en rechazar –lo que ya está aconteciendo- o voy a usarla para transformarme, crecer y sanar?

Aceptación
  • Mente de principiante y No juzgar:

Al igual que los niños, en lugar de enjuiciar y etiquetar la situación en un concepto determinado, cultivar una mente de principiante nos invita a verlo todo como si fuese la primera vez: con ojos curiosos y en conexión con nuestros sentidos para percibir la experiencia directa y en su totalidad, en lugar de quedarnos con percepciones limitadas que naturalmente hemos construido a lo largo de nuestras experiencias de vida.

Estar atentos, abiertos, receptivos y en conexión con todos nuestros sentidos. Incluso, observar el relato de nuestra mente que contiene juicios e interpretaciones y que divaga en pensamientos pasado/futuro –wandering mind-. Convertirnos en testigos imparciales de ese relato, resulta elemental para traernos al presente y para abrirnos a la posibilidad de mirar con ojos nuevos y aprender, en pos de expandir nuestro mundo en lugar de limitarlo.

Meditación con cuencos tibetanos
  • Paciencia y Confianza:

Comprender que lo natural y orgánico de la vida es que sea dinámica y que los cambios profundos implican procesos y requieren tiempo es cultivar la paciencia y, también, la confianza en que todo se irá transformando a su debido tiempo.

La naturaleza es una fuente de sabiduría inmensa que da cuenta de lo esencial que resulta el cultivo de estas actitudes y nos recuerda la importancia de respetar, sin forzar, las etapas de cada uno de los procesos que vamos transitando, invitándonos a aceptar e integrar todo lo que aparece como parte de nuestra experiencia humana y, mostrándonos, a su vez, que todo llega y se transforma a su propio ritmo.

Poder vernos como parte de un todo, de esa naturaleza, y como seres interconectados, es cultivar la confianza en nosotros mismos y empezar a comprender que las respuestas viven en nuestro interior dónde yace nuestra sabiduría natural.

  • No esforzarse y Ceder (o dejar pasar):

La meditación no tiene que ver con tratar de evitar o controlar los pensamientos sino con conocer cuáles son nuestros patrones de pensamiento, tomar contacto con ellos, observarlos con respeto, validación y compasión, sin rechazar o apegarnos a ninguno de ellos, para luego dejarlos pasar.

Soltar el control, convertirnos en observadores y permitirnos ser es entrar en conexión con nuestra autenticidad y esto es lo que indudablemente nos conectará con un conocimiento y un cambio profundo en nosotros mismos para estar en la vida de una forma mucho más consciente.

¿Cuál de estas actitudes ya reconoces en vos? ¿Cuáles necesitas empezar a cultivar?

Te invito a comenzar con tu práctica de mindfulness que, definitivamente, será tu aliada en este sentido. Y si te interesa profundizar más, te apuntes a este programa de 2 encuentros vivenciales online a realizarse los días 17 y 24 de mayo de 2023.