La felicidad es una de las metas últimas de muchas personas, por eso existen miles, si no es que millones de recetas para conseguirla. Sin embargo, desde la antigua Grecia, los pilares fundamentales de este sentimiento de plenitud y ligereza ya existían.

Epicuro, criticado como un hedonista que sólo buscaba orgías y festines en los cuales satisfacer sus impulsos primitivos, realmente fue un hombre sabio preocupado, no por la búsqueda del placer, sino por la verdadera felicidad.

Por eso encontró tres puntos que nos pueden acercar más que nada a la felicidad y que si los analizamos objetivamente, son los fundamentos de cualquier otra filosofía sobre el bienestar.

Mantén tus amistades verdaderas

Desde el 200 a.C. los pensadores ya sabían que el tiempo aleja a las amistades de verdad. Después de todo, está en nuestra naturaleza crecer y movernos, lo que no siempre podemos hacer juntos. No te sientas mal si a tu mejor amiga la dejas de ver por meses, si a tu mejor amigo no le hablas como antes.

Más bien, no dejes que la vergüenza de alejarse los separe más, retoma esas pláticas, queda con ellos para verlos –y no canceles–, experimenten nuevas cosas y permitan que una de las pocas, pero verdaderas relaciones significativas en tu vida crezcan.

Trabaja en algo significativo

El mundo capitalista nos ha enseñado a pensar que sólo el dinero es lo que vale la pena en un trabajo. Epicuro creía que no importaba cuánto dinero ganaras –después de todo, su dieta diaria consistía en un pedazo de pan, agua y un poco de queso en ocasiones especiales–, sino el cambio que hicieras en el mundo.

¿Realmente tu trabajo está cambiando las cosas? ¿Por lo menos está contribuyendo a que el mundo sea un lugar mejor? La gente hoy cree que si su trabajo no daña a los demás, ya es lo suficientemente bueno, pero eso no da una verdadera satisfacción. No sólo busques ser feliz en tu trabajo, busca llevar felicidad a los demás.

Aprende a vivir más con menos

La felicidad no es acumulativa, tampoco vive en nuestros objetos. Mira a tu alrededor y pregúntate si realmente necesitas todo eso para ser feliz. Epicuro dijo: “No arruines lo que tienes deseando lo que no tienes; recuerda que lo que tienes ahora, estuvo una vez entre las cosas que sólo esperabas”.

Llenar un vacío con objetos no nos hará felices, debemos aprender a despegarnos de lo material y revalorizar nuestras prioridades, así entenderemos que los dos puntos anteriores, la amistad y el trabajo verdadero, pueden ser la verdadera fuente de dicha.

El tiempo, los amigos, las experiencias; la felicidad suele ser intangible. Recuerda cuando te has sentido feliz y sabrás que no tiene nada que ver con un auto nuevo o un celular del años, sino con una sonrisa en la playa, un beso en la intimidad o la satisfacción de hacer algo significativo.

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