Willamina Flemming era la mucama del director del Observatorio de Harvard, Charles Pickering. En 1881, con la llegada de cada vez más datos que analizar, clasificar, comparar y usar, el equipo del observatorio apenas si daba abasto para realizar el trabajo. Pickering, furioso con su asistente por su incompetencia, lo despidió y le dijo a los demás que su criada podía hacerlo mejor. Y estaba en lo correcto.

A finales del siglo XIX y principios del XX la comunidad pensaba que las mujeres tenían una capacidad limitada. Sin embargo, en la meca del conocimiento científico de la época, Williamina Fleming demostró que eso no era verdad. Hoy su caso es reconocido a nivel mundial, pero ¿fue respetada en su época tanto como lo es hoy?

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En 1881 Williamina Flemming, con 23 años, pasó de limpiar el hogar de Pickering a recabar datos y organizar el desorden que había en su trabajo. Rápidamente su eficacia demostró que, si bien la idea de Flemming estaba basada en un prejuicio de género, ella tenía lo que se necesitaba para transformar uno de los sitios más importantes para la ciencia del siglo XIX.

Como criada sabía organizar, lo que resultó perfecto para administrar la gran cantidad de papeles que había en el observatorio. La lectura de datos comenzó a sumergirla en el mundo de la cosmología y su patrón tuvo la idea de ponerla a la cabeza de un equipo. Pronto, ella lideraba a 11 mujeres conocidas como “computadoras”, quienes se dedicaban a observar fotografías tomadas por el telescopio y facilitar el trabajo de los científicos.

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Poco a poco Willamina Flemming comenzó a trabajar junto a los hombres y a descubrir estrellas y constelaciones. Se convirtió en una autoridad del lugar y 20 años después de su llegada ya era curadora de las fotos astronómicas. Charles Picering era un hombre progresista en sus ideas científicas y llegó a aceptar enseñar a mujeres, algo inusual para la época.

La mayoría no pasó nunca de un trabajo rutinario. Si usualmente trabajaban 12 mujeres en el observatorio, que sólo dos sean reconocidas dice mucho acerca de las oportunidades que recibían. De hecho, ellas ganaban 25 centavos la hora, la mitad de lo que recibía cualquier hombre.

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La otra mujer que logró destacarse fue Annie Jump Cannon. Ella creó un sistema para clasificar estrellas que se mantiene vigente.

Ambas mujeres han sido reconocidas con el tiempo, pero durante una época machista y conservadora, sus nombres se perdieron y hoy es difícil encontrar información acerca de ellas. Si hubieran sido hombres, hoy habría placas con un siglo de antigüedad honrando su nombre.

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