En 1961 se estrenó la película “Breakfast at Tiffany’s”, considerada una obra maestra del cine y de la literatura. En ella, el actor Mickey Rooney personificó a I.Y. Yunioshi, un personaje japonés. La cinta muestra un estereotipo de un hombre japonés, con todas las expresiones incorrectas, un acento exagerado y actitudes inverosímiles.

Al esa acción se le dio el nombre de “Whitewashing”, que implica que un actor blanco personifique a personas de otras razas y nacionalidades. En este caso específico, se le conoció como “Yellowface”, por atacar directamente a una persona japonesa.

Durante mucho tiempo, esa fue la norma en Hollywood y muchos otros centros de la industria del espectáculo. La gente que pedía que terminara era tachada de exagerada, muchos incluso decían que se trataba de un tributo, pero en realidad sólo era la forma de mantener el status quo. Desde hace muchos años hay actores de todas las nacionalidades dispuestos a prestar su talento para evitar estas situaciones, pero aún hay quienes se niegan a verlo.

Incluso con personajes latinos se puede apreciar. Tony Montana, el cubano que crea su imperio de la droga en Miami fue interpretado por Al Pacino, Hank Azaria dio vida al guatemalteco Agador Spartacus y Meryl Streep fue la protagonista de la versión cinematográfica de “La casa de los espíritus”, obra de la escritora chilena Isabel Allende.

“Crazy Rich Asians”

Por todo lo anterior, es tan importante mencionar la cinta que hoy está rompiendo la taquilla en Estados Unidos y transformando la forma en que el mundo ve cine. “Crazy Rich Asians” es una cinta que desde hace meses ha estado en la mira pública cuando logró juntar a un elenco conformado sólo por actores asiáticos o con ascendencia asiática.

La cinta basada en la novela de Kevin Kwan narra la vida de Rachel, una joven con ascendencia china que acompaña a su novio Nick Young a una boda en Singapur sin saber que él es un multimillonario codiciado. Ha sido publicitada como una especie de “Orgullo y prejuicio” del siglo XXI, y aunque está lejos de poder cumplir la expectativa, que se trate de una cinta de alto presupuesto sin ningún nombre como Scarlett Johansson o Emma Stone (actrices que han sido acusadas de whitewashing en distintas ocasiones), la convierte en una importante pieza cinematográfica.

La cinta incluye muchas escenas en mandarín y no repara en hacer covers de música pop anglosajona, también en mandarín. Es una cinta que reivindica el personaje asiático, busca demostrar que no son el estereotipo que se mostraba hace 50 años y que hay una gran cantidad de actores que pueden ser parte de Hollywood, no sólo usar a sus tres actores y actrices estelares.

La cinta se estrenará en América Latina en aproximadamente un mes, pero vale la pena verla para entender que cosas así son un pequeño paso a un mundo con menos prejuicios.