¿Se puede limpiar el aire con edificios?: la arquitectura que podría salvarnos responde a diseños que respiran. Te contamos cómo algunas construcciones están siendo pensadas para absorber CO₂ y purificar el aire.
La arquitectura del futuro ya no se conforma con ser solo eficiente. Ahora busca ser parte activa de la solución al cambio climático. Y es que algunos edificios hoy están diseñados para purificar el aire, reducir la contaminación urbana y actuar como pulmones artificiales dentro de las ciudades.
Una de las innovaciones más destacadas es el uso de materiales fotocatalíticos, como el dióxido de titanio. Este compuesto, cuando se activa con luz solar, descompone óxidos de nitrógeno (NOx) y compuestos orgánicos volátiles (COV), principales responsables de la polución urbana.
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Investigaciones realizadas
Un estudio llevado a cabo por la Universidad de Kassel, en Alemania, demostró que fachadas recubiertas con pintura fotocatalítica pueden reducir entre un 20% y un 80% de NOx presentes en el aire, dependiendo de la exposición solar. En Milán, Italia, el Palazzo Italia, dentro del distrito Expo 2015, se convirtió en ícono de esta tendencia: su revestimiento de concreto "que respira" es capaz de neutralizar hasta 30% de la contaminación de su entorno directo.
En Asia, la Universidad de Tsinghua (China) está trabajando con materiales de construcción inteligentes que incorporan microalgas en paneles de vidrio. Estas algas absorben CO₂ y liberan oxígeno mediante fotosíntesis, reduciendo las emisiones en tiempo real mientras proveen sombra y aislamiento térmico.
Además, una investigación publicada en la revista Building and Environment en 2022 concluyó que la instalación de vegetación vertical en edificios —como jardines verticales y techos verdes— puede disminuir hasta un 60% de partículas PM10 en áreas urbanas densas, mejorando la calidad del aire y reduciendo el efecto “isla de calor”.
En resumen, gracias a estos avances, ya no es utópico pensar que los edificios pueden ayudar a limpiar el aire que respiramos. Las ciudades del futuro podrían no solo consumir menos energía, sino también regenerar el ambiente y mejorar activamente nuestra salud.