Estamos en una etapa de la historia en la que asistimos a notables cambios de paradigmas, en todos los aspectos de nuestra vida.

Los modelos sociales tradicionales que nos servían de marco de comportamiento están agotados y cambian de manera acelerada, con la consecuente generación de incertidumbre. Una especie de fuerte vibración en los cimientos de ciertos paradigmas, naturalizados por su uso durante miles de años, resquebraja rápidamente toda la estructura y preanuncia su derrumbe.

Entre esos modelos sociales en decadencia se encuentra el modelo patriarcal, que va perdiendo vigencia mientras, de manera proporcional, se fortalece una tendencia que ha salido de su estado de hibernación: los valores matriarcales.

Indudablemente, la creciente aceptación de los valores matriarcales tiene su razón en varios motivos. Uno de ellos es el acceso a mayor conocimiento por parte de la sociedad, que pone en crisis y vuelve frágiles ciertos supuestos que durante siglos se naturalizaron y, por lo tanto, no fueron cuestionados. Sin embargo, el conocimiento ilustra, abre mentes y corazones y posibilita un profundo cuestionamiento de sus pretendidas verdades.

mujer libre descansa en la naturaleza

Para entender mejor, recordemos que el modelo patriarcal no es únicamente un sistema en el cual el hombre domina a la mujer. Es un sistema de dominación sobre el otro, incluyendo también a los hombres que no son parte del poder. Un sistema que se extiende hacia una manera feroz de relacionarse con la naturaleza, las distintas formas de vida y su explotación. La justificación, basada en definir al ser humano como dotado de la razón, se enfrenta a las propias consecuencias de sus acciones irracionales.

Es evidente que estamos en un momento de transición que, como búsqueda de cambio, requiere soluciones que empezarán a ser reales si parten del autoconocimiento del ser humano. Desde esa visión de autenticidad, podremos encontrar nuestras referencias y establecer un compromiso ético que guíe las relaciones humanas y la forma de convivir con la naturaleza y la vida en todas sus formas, sostenido por la intuición y el conocimiento y no por las creencias.

La imposición de jerarquías verticales excluyentes, padrones de comportamientos establecidos con rigidez, instituciones fuertes y dominantes, cultura particularmente represora con inclinación a la conquista por medio de la guerra, y un profundo estilo represor sobre los otros y sobre sí mismo, constituyen las bases de un modelo que actualmente es mayoritariamente rechazado.

Una mujer meditando en la naturaleza

Una de las principales diferencias entre el sistema patriarcal y el matriarcal consiste en que el primero pone el objetivo en primer lugar; en cambio, al segundo modelo de comportamiento le interesa cuidar al individuo por sobre el objetivo.

Es natural que un cambio tan profundo asuste. Son siglos de vigencia de un paradigma dominante que transformó las conductas humanas por medio de la imposición y ocultó toda referencia acerca de antiguas sociedades matriarcales no guerreras, que en sus tiempos de esplendor conquistaron sorprendentes grados de evolución social y cultural.

Así como otras etapas históricas que marcaron profundas transformaciones, la era que hoy se afirma es la del autoconocimiento. Nuevos hábitos que respetan el ambiente y la vida animal, el fuerte interés por prácticas de autoconocimiento como mindfulness y meditación, la inclusión social y el respeto a las diversidades, nos muestran el fortalecimiento de una hermosa esperanza: la oportunidad de una nueva sociedad que a pesar de las dificultades desea ser más consciente, sensible, libre, creativa, humana y solidaria.

Ignorar esta realidad retrasará nuestra evolución y generará el futuro que Borges definió con sarcasmo diciendo: tenemos un hermoso pasado por delante.