El término microbiota intestinal hace referencia al conjunto de microbios que habitan nuestros intestinos, entre los cuales se destacan principalmente las bacterias, aunque también algunos protozoos, virus, hongos, etc.

Suele utilizarse también el término flora intestinal, aunque hacia finales de la década del 90 entró en desuso, al considerar que este conjunto de microorganismos vivos es mucho más que un conglomerado de bacterias, y que cumple funciones vitales para la salud humana.

Por su parte, el término microbioma humano, hace referencia al conjunto formado por los microorganismos, junto a sus genes y metabolitos, que habitan el cuerpo humano incluyendo el tracto gastrointestinal, genitourinario, la cavidad oral, la nasofaringe, el tracto respiratorio y la piel.

¿Qué función cumple?

Debido a su amplia cantidad de funciones, se considera a la microbiota intestinal como un órgano más de nuestro cuerpo, de vital importancia para el equilibrio de nuestra salud.

Muchas de sus funciones están relacionadas a la digestión, a la maduración y el mantenimiento de nuestro sistema inmunológico, al manejo de las emociones, a la gestión del estrés, el control del comportamiento, etc.

probioticos

La función más conocida de la microbiota es la colaboración en el proceso de digestión y asimilación de los nutrientes ingeridos con los alimentos, incluidas las vitaminas y la fibra. Participa en la producción de energía, vitamina K, ácido fólico y ácidos grasos de cadena corta, entre ellos el butirato, considerado como el compuesto más prometedor por su alto potencial antitumoral y su papel clave en el comportamiento del intestino.

También, es ampliamente conocida la capacidad de la microbiota de intervenir en procesos de homeostasis e inmunidad del intestino, constituyendo una importante barrera de defensas, protegiéndonos contra antígenos y gérmenes patógenos.

¿Por qué se conoce al intestino como la segunda línea de defensas?

A lo largo de todo el tracto gastrointestinal existe lo que se conoce como tejido linfoide asociado a intestino, que representa el 80% de nuestras defensas. Y no es casualidad que en la misma ubicación se encuentren todos estos microorganismos vivos que cumplen tantas funciones diferentes y son tan esenciales para nuestra salud. Por eso, mantener una microbiota intestinal sana hace de escudo contra numerosas enfermedades.

Lo cierto es que, el abandono de hábitos saludables, como la alimentación casera y natural o la actividad física, y su reemplazo por conductas nocivas como el tabaco, el exceso de alcohol, el sedentarismo y vivir con niveles excesivos de estrés, afecta el equilibrio de nuestra microbiota y enfermamos.

¿Y qué pasa cuando la microbiota se ve alterada?

Aparece lo que se conoce como disbiosis y como consecuencia podemos padecer trastornos digestivos, hinchazón, acidez, gases, estreñimiento, diarrea, digestiones pesadas como así también enfermedades más serias: obesidad, asma, alergias, diabetes, enfermedades autoinmunes, depresión, estrés, cáncer, entre otras.

Una mujer se toma la barriga hinchada

¿Qué factores influyen en su composición y funciones?

La microbiota se ve afectada por muchos factores, entre los cuales podemos mencionar la alimentación, el ejercicio físico, el consumo de alcohol, hábitos insalubres como el tabaquismo, hábitos higiénicos, enfermedades y trastornos de todo tipo, la ingesta de fármacos (especialmente antibióticos), la edad, el sexo, la forma de nacimiento, la genética, etc.

El equilibrio y composición de nuestra flora intestinal va a depender de la forma en que llegamos al mundo (si fue por parto natural o cesárea) y del tipo de alimentación que recibimos (si fue lactancia materna exclusiva o leche de fórmula). También influyen el tiempo de gestación y nuestro peso al nacer, como las condiciones socioeconómicas del momento.

Entre nuestro segundo y el tercer año de vida, a veces incluso hasta el quinto, la microbiota intestinal alcanza su máximo desarrollo para permanecer estable durante el resto de la infancia y la edad adulta. Es por esto que, dependiendo de todos estos factores, podemos desarrollar una microbiota saludable o alterada que nos predisponga a enfermedades como la obesidad, patologías autoinmunes (como la Enfermedad de Crohn y la Colitis Ulcerosa), alergias, ente otras.

De esta manera, podemos afirmar que tener un estilo saludable antes de la concepción y durante la gestación, un embarazo con niveles de estrés controlados, caracterizado por un buen descanso y una buena alimentación, así como un parto natural (siempre que sea posible), alejado de la medicación y lactancia materna exclusiva durante los primeros 6 meses de vida del bebé, son factores cruciales para la conformación de una microbiota intestinal saludable.