Akamasoa es un término malgache que se traduce como “los buenos amigos”. Así es como el Padre Pedro Opeka bautizó a su asociación humanitaria en África hace casi 30 años.

Opeka es un sacerdote argentino que llegó a Madagascar con 22 años y decidió quedarse allí de forma definitiva para luchar contra la pobreza y abogar por la reinserción social y económica de las personas.

"Todo lo que hay alrededor de Akamasoa en escalofriante y penoso, pero cuando ingresas a su obra, te das cuenta de que es un verdadero oasis”, contó en una entrevista Gastón Vigo Gasparotti. También argentino, luego de trabajar muchos años en una fundación que lucha contra la desnutrición infantil, él decidió seguir los pasos de Opeka.

“Comencé a ver las diversas entrevistas que le realizaron a este gran sacerdote argentino. Luego me contacté con una de sus hermanas, Lucía, quien me invitó a conocer al padre Pedro cuando vino a Argentina. Cuando lo conocí personalmente, le pregunté si podía visitar su obra de Akamasoa en Madagascar, y él aceptó", recuerda Gasparotti.

Y movido por eso que conoció en su viaje a África, hoy está replicando el modelo de Akamasoa en Argentina.

El trabajo en Madagascar

Opeka llegó a Madagascar con cuatro curas más, encomendado a animar la Iglesia local. Por ser blanco, no le resultó sencillo insertarse en la comunidad africana, pero gracias a su pasión por el fútbol, logró hacerlo.

“Los domingos después de misa me venían a buscar para llevarme a la cancha. Y jugaba con ellos. Eso los sorprendió muchísimo. ¿Qué hacía un blanco jugando con un negro?, se preguntaban. Ahí nació una nueva imagen: corriendo estábamos de igual a igual, con las mismas chances. Y hasta me convertí en goleador del equipo”, le dijo el cura al diario Página 12.

Ante tanta necesidad, el trabajo que hacer era mucho. Gasparotti cuenta que cuando le preguntó a Opeka cómo había logrado todo aquello, él contestó: “Gastón, yo no me pregunté cómo llegar a un objetivo. Simplemente me puse a trabajar, a poner ladrillo tras ladrillo”.

Así, la primera obra fue un merendero de 16 mts. cuadrados para los niños, donde además de dar la merienda se relacionaba con ellos y sus familias. Luego, comenzó a buscar la manera de generar puestos de trabajo, para lo que le sirvió el oficio de su padre, albañil.

De una montaña de granito, hizo nacer una cantera para extraer materiales para la construcción. Finalmente, hizo de las viviendas precarias verdaderas casas de material. Esto generó un círculo virtuoso, que poco a poco fue cambiando la fisonomía del lugar hasta convertirlo en el oasis del que habla Gastón.

Con el paso de los años, el trabajo de la Asociación Humanitaria se expandió a distintos municipios de Madagascar, y se calcula que más de 500.000 personas ya han sido ayudadas por la obra. A Opeka se lo llama muchas veces “Albañil de Dios” o “Santo de Madagascar”.

La experiencia argentina

Ahora, este proyecto no solo está creciendo en África, sino que ha cruzado el Atlántico para desembarcar en Argentina. Para llevarlo a cabo, Gasparotti trabaja en conjunto con otro organismo, Más Humanidad, en la zona de Lima, Zárate.

Para este 2019, las metas son ambiciosas pero esperanzadoras. Sobre todo porque no solo se inspiran en la obra del Padre Opeka, sino que también se basan en los Objetivos de Desarrollo Sostenible para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos.

En particular, son ocho las propuestas en las que se está trabajando:

1. Reacondicionamiento del terreno de 1000 mt2 donde están trabajando.

2. Puesta en marcha de una huerta hidropónica.

3. Construcción de una cocina industrial.

4. Construcción de un taller de costura.

5. Construcción de la vivienda para voluntarios.

6. Construcción de un centro de capacitación para oficios.

7. Construcción de dos aulas para que los adultos puedan finalizar sus estudios primarios y secundarios, sumado a la edificación de un espacio de usos múltiples.

8. Reacondicionamiento de 2 hectáreas donadas para construir el primer barrio de Akamasoa.

“Me gustaría construir un oasis de esperanza en Argentina como que el que ha hecho el padre Opeka en África. En Akamasoa encontré las herramientas para poder llevar adelante este sueño. La idea es poner de pie a los más débiles de la sociedad, para poder vencer la pobreza con trabajo, educación y disciplina”, aseguró Gastón.

Fuente:

Akamasoa Argentina