A este eneatipo lo conocemos como el desafiador, el protector, el inconformista, el guerrero, el proveedor, la roca. Transmite intensidad, fuerza y decisión en todo lo que hace, generando un alto grado de confianza en su entorno. Desprende una poderosa energía: su magnetismo atrae a la gente, convenciéndola de que lo siga.

Tiene una gran necesidad de que sus ideas, resoluciones y espacio personal sean respetados. Siente un instintivo anhelo de justicia. Lucha por lo que cree sin dejarse manipular, guiado por sus fuertes convicciones. Expresa libremente sus opiniones, aun a riesgo de quedarse solo o de enfrentarse a todo el mundo.

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El eneatipo ocho es directo, equitativo, protector, justiciero, avasallador, dotado de una gran vitalidad que lo lleva a superarse día a día. Es visceral: su paso del impulso a la acción es breve. Como sabe lo que quiere, es claro y directo cuando debe establecer límites.

Su sistema de valores gira alrededor de la fuerza, la determinación y la justicia. Siempre tiene disposición para ayudar a quienes considera vulnerables o tratados injustamente. Asume una actitud de fortaleza y de control hacia las personas cercanas, ganándose su respeto y asegurándoles una continua protección.

Tiene la tendencia a concebir su opinión como la absolutamente correcta y a cerrarse a otros argumentos.

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Es propenso a la arrogancia y a la intolerancia. No se disculpa ni se retracta porque reconocer sus faltas podría parecer debilidad. Evita perderse en disquisiciones intelectuales o en conflictos emotivos. Su fuerza radica en la concreción. Es así que, en el plano laboral, su estilo es práctico, orientado a la acción. Es un líder carismático que generalmente despierta confianza y seguridad en quienes lo siguen. Aunque, en ocasiones,logra intimidar a sus subordinados con su comportamiento agresivo imperativo.

A este eneatipo lo rige el centro de energía visceral y abarca todos los impulsos vitales que nos ayudan a afirmar nuestro espacio. Necesita tener una clara sensación del yo: autoafirmarse, imponerse, defenderse contra ataques al territorio propio, responder con reacciones instintivas a situaciones exteriores.

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Cuando esto no está garantizado, se le presenta un problema existencial de falta de control o poder que genera ira o resentimiento. El ejercicio que debe realizar en lo cotidiano es ir ganando confianza en los demás para luego permitirse asumir y mostrar que, bajo su coraza protectora, hay también alguien sensible.

Desde el intercambio que surge en el contacto con los otros eneatipos, nos enriquecemos recibiendo y entregando sabidurías específicas. Lograr un equilibrio entre recibir y compartir, requiere una minuciosa y continua auto observación. Desde allí, el ocho puede tomar los regalos que le indican reflexionar, controlarse, abandonarse, ser considerado, conectarse y cooperar.

Asimismo, el OCHOtransmite a partir de su modo carismático y seductor y de su inagotable fuerza, la posibilidad de arriesgarse, de enfrentar, de atreverse, de afirmarse, de poner límites y de confiar en sí mismos.

¿Eres un ocho? Si todavía no conoces tu eneatipo, puedes descubrirlo aquí.