Cuando hablamos de ropa usada o de segunda mano, se pone sobre la mesa un tema clave: el de los prejuicios. El primer paso para superar cualquier creencia equivocada es hacerla explícita y consciente, para poder así examinarla y ponerla a prueba.

Si bien muchísimas personas ya hicieron el clic en su cambio de mentalidad, aún existen aquellos que consideran, consciente o inconscientemente, que la ropa de segunda mano es algo indigno, excusándose detrás de famosas frases como “no es para mí”.

Repasemos algunos mitos presentes en el inconsciente colectivo para derribarlos uno a uno.

Vieja creencia 1: la ropa de segunda mano es de segunda categoría

La verdad: existe ropa usada de excelente calidad y en perfecto estado que puede durar mucho más de lo que dura una prenda nueva fabricada bajo el paradigma “fast fashion” (moda rápida).

Nueva creencia: la ropa de segunda mano es ropa “pre-loved” o pre-amada. Empecemos por utilizar el término más positivo de esta tendencia. Al fin y al cabo cada prenda tiene una historia por detrás que merece ser contada.

Vieja Creencia 2: la ropa de segunda mano es sinónimo de pobreza y de vergüenza

La verdad: todos o casi todos hemos comprado o recibido una o más veces alguna prenda usada. Aunque sea a escondidas, o negándolo. Podemos dejar de percibir esto como símbolo de necesidad, y comenzar a asociarlo con valores más positivos vinculados a la sustentabilidad y a la búsqueda de una vida más consciente y slow.

Nueva creencia: usar ropa de segunda mano es sinónimo de nuestro compromiso con el planeta y con los valores que sostenemos.

Vieja Creencia 3: la ropa de segunda mano es moda vintage, solo para jóvenes

La verdad: lo usado no es un tema de edad. Hoy en día, la variedad en términos de estilo, cortes y tallas es casi infinita, haciendo posible que todos encontremos prendas que se adaptan a nuestra edad, tamaño y estilo de vida.

Nueva creencia: la ropa de segunda mano es apta para todos sin distinción de edad ni de ningún tipo.

mujer ropa

Las viejas creencias que enumeramos, como muchas otras, todavía están presentes en personas, grupos de personas y hasta en sociedades enteras. De ahí la importancia de ponerlas sobre la mesa y cuestionarlas. ¿Siguen siendo realmente válidas? ¿O son ideas que quedaron obsoletas dado el contexto actual?

La búsqueda de una vida sustentable nos viene a enseñar una nueva lección: cuando lo que intentamos es contribuir a una causa superior, no hay distinción de clases o de origen, ya que la responsabilidad nos incluye a todos.

En este sentido, está en nosotros asumir el desafío de una moda sustentable, atentos a los cambios en nuestro entorno y a nuestras nuevas necesidades internas a fin de diseñar los cambios que nos permitan marcar la pauta y no quedar pasados de moda con viejos paradigmas.

¿Qué piensas acerca de estos prejuicios? ¿crees que los estamos superando?