Acuario representa eso nuevo que desconozco porque, en tanto nuevo, no tiene imagen, ni forma, ni memoria. No solo implica a las personas con Sol o Luna en este signo, sino que como energía se manifiesta en distintos momentos de nuestra vida a través de los cambios y la liberación de una determinada forma.

Cuando el Sol transita por este signo, como ahora y hasta el 19 de febrero, podemos percibir y aprovechar su energía para salir de la repetición y abrir nuestra mente a lo diferente. Tal vez a vínculos o ideas nuevas, o dar el salto que hace tiempo queremos dar.

Se trata de brirnos a lo nuevo y desde allí crear, conectar con nuestro lugar creativo y original, con esa parte loca y descontracturada, que se anima a ser porque no se siente observada, o por que no le importa.

Salir de la masa y romper con lo esperable y correcto puede darnos mucho miedo y vértigo, pero a la vez un valioso regalo: el sentimiento de la libertad.

Al mismo tiempo la luna nueva también se da en Acuario, iniciando un ciclo que interpela nuestro vínculo con estos temas:

¿Cuán libre me siento?

¿En qué momentos y con qué personas me siento más libre?

¿Qué elijo de lo que hago cada día?

¿A quienes elijo a mi lado?

¿Cuánto lugar hay en mi vida para el cambio y la espontaneidad?

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Fuente: cortesía de @astroilustra

Este momento nos invita a vaciarnos de toda forma y contenido. Hacer espacio para que algo nuevo pueda ingresar en nuestro cuerpo y nuestra experiencia.

El mundo se mueve, todo cambia y en ese movimiento nos pide respuestas nuevas. Si seguimos respondiendo desde el mismo lugar, con respuestas que siempre dimos, seguiremos recreando patrones viejos, resultados caducos. Si queremos que algo cambie, los primeros en cuestionarnos y cambiar tenemos que ser nosotros mismos.

Tanto los cambios que sentimos que se imponen desde lo externo, como los cambios que anhelamos desde nuestra verdad interna, nos piden que hagamos y que seamos nuevos. La resistencia al cambio es una respuesta llena de miedo, que aunque se lo proponga con todas sus fuerzas, no logrará que los cambios dejen de suceder o de existir. Solo genera que el desfase y desgarro entre el propio deseo de no cambio y la nueva realidad sea cada vez más grande y más doloroso.

La mejor forma de acompañar los cambios es dejándonos tocar y transformar por ellos. Abrirnos a experimentar y animarnos a desconocernos y conocernos de nuevo. Ese es el sabor de la creatividad, de la libertad.