Como una gran y buena noticia, en Bolivia anunciaron que ya producen más del 90% de los alimentos que consumen sus habitantes dentro del país. Suman un total de alrededor de 18 millones de toneladas. 

Esto ha sido resultado del incentivo a la producción agropecuario que hizo que en 10 años, por ejemplo, la cosecha de papa se incrementara de  8.016 a 1 millón de toneladas; de cebolla de 50.000 a 80.000 toneladas; y de tomate de 43.000 a 61.000 toneladas. Desde el 2006, las hectáreas bajo riego se incrementaron de 226.000 a 416.000. 

Esta noticia ubica a Bolivia como uno de los países autosuficientes a la hora de comer, ya que estos cultivos son básicos en la alimentación. 

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En el mundo, 19 países (incluida la Unión Europea como un bloque) concentran el 60% de las importaciones mundiales agropecuarias de los principales productos (maíz, arroz, cebada, sorgo, trigo, azúcar, soya grano, aceite y harina). De ellos, los que más importan son: China, los países de la Unión Europea, seguidos por Japón, México, Rusia, Canadá, Brasil y Estados Unidos. 

En este sentido, y de acuerdo a las previsiones del cambio climático, investigadores de la Universidad de Aalto (Finlandia) han establecido una conexión amplia entre la escasez de recursos, el crecimiento de población y las importaciones de alimentos.

En una investigación señalaron que en el 75% de las regiones con recursos escasos, las importaciones comenzaron a aumentar y la producción local se volvió insuficiente. 

De acuerdo a esto es posible señalar que la  seguridad alimentaria de alrededor de 1.400 millones de personas depende de las importaciones; incluso cerca de 400 millones de personas viven en zonas donde éstas no llegan a cubrir la falta de producción local.

Frente a escasez de recursos, se ha escogido aumentar la dependencia de las importaciones en lugar de aumentar la inversión en producción local o mejorarla mediante sistemas más eficientes, como el riego o la agricultura ecológica. 

 “Mantener la demanda de alimentos bajo control es una cuestión clave. El control del crecimiento de la población desempeña un papel esencial en este trabajo, pero también sería importante mejorar las cadenas de producción reduciendo los desechos de alimentos y el consumo de carne. Dado que una cuarta parte de todos los alimentos producidos en el mundo se desperdicia, reducir esto sería realmente significativo a nivel mundial", señaló Joseph Guillaume, coautor del estudio.

¿No es hora de que comencemos a pensar cómo nos alimentaremos en el futuro?

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