Por lo general, tenemos muy en claro qué hacer si nos lastimamos o nos sentimos mal. Los más previsores, incluso, pueden avisarles a sus colegas qué hacer si tiene algún problema en su presencia. Tampoco faltan aquellos superhéroes que han hecho el curso de primeros auxilios y son capaces de salvar la vida de otros.

Pero, ¿qué pasa con nuestras emociones? En general, no reaccionamos ante el dolor emocional como ante el físico. Puede que estés pensando que tu vida no está en juego cuando te sientes mal de ánimo. ¿Estás seguro?

Muchas veces pasamos dolores profundos, que dejan marcas en nuestra vida para siempre, solo porque no queremos pedir ayuda. Y eso nunca es una buena idea, porque solo atendiendo a esos dolores es posible sanarlos.

A continuación, te daremos algunos consejos excelentes para que aprendas a aplicar “primeros auxilios” emocionales. Es decir, que sepas exactamente qué hacer cuando sientes que se te viene el mundo encima.

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1. Buscar apoyo

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Cuando una persona tiene un día o una época de mucho dolor emocional, puede tender a quedarse sola. Eso es un error, pues la soledad puede empeorar notablemente ese sufrimiento.

Por eso, buscar apoyo o darlo cuando alguien lo necesita es fundamental para ayudar a que esa herida sane. Si alguien que conoces está atravesando un momento difícil, no lo dejes solo. Puede asegurar que no quiere ver a nadie, pero la verdad es que saber que tiene personas cerca es lo mejor que le puede pasar.

2. Corta el diálogo negativo

Ante una situación dolorosa, muchas veces tendemos a echarnos la culpa. A ser crueles con nosotros mismos. Eso no hace más que atentar contra la autoestima, comenzando una espiral de dolor que nunca se acaba.

Ese diálogo negativo en nuestra cabeza permanentemente es lo peor que podemos hacernos. Por eso, es buena idea cortarlo, y la manera más sencilla de hacerlo es poner tu atención en otra cosa.

¿Cómo? Por ejemplo, intentar completar un crucigrama o juego de ingenio. Tal vez intentar decir el abecedario de atrás hacia adelante, o repetir las tablas.

Puede parecer una tontería, pero los estudios revelan que incluso los dos minutos de distracción reducen la necesidad de centrarse en pensamientos insanos.

3. Practicar la autocompasión

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Una vez que hayas cortado por un momento el diálogo interno negativo, puedes pasar al siguiente paso.

Se trata de un poderoso ejercicio para practicar la autocompasión. Empieza a practicarlo cada vez que descubras un diálogo negativo en tu cabeza por algo que ha sucedido, y verás que los resultados son alucinantes.

Solo debes imaginar a una persona que ames profundamente, tu mejor amigo o alguien de la familia. Ahora, piensa que la situación que te ha pasado le sucedió a esa persona. Escribe en un papel qué le dirías en tales circunstancias.

Al cabo de un rato, lee lo que anotaste. ¿No es cierto que esas palabras son mucho más constructivas para tu vida que las que estabas pensando antes del ejercicio?

4. Llorar todo lo que sea necesario

Vivimos en un mundo donde la vulnerabilidad está mal vista, por lo que puede que una persona que se siente verdaderamente mal prefiera no demostrarlo. Como si no ser visto por otros ojos le quitara el dolor.

Eso no es una buena idea. Si te sientes mal, llora. Si te pueden acompañar en ese llanto, tanto mejor. Llora y deja que te consuelen. Nada mejor para curar un alma herida que permitirse sacar todo afuera.

5. Aprendizaje emocional

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Por último, lo más importante. Ante cualquier situación de dolor, pregúntate qué puedes aprender de ella. Qué es lo que está diciendo de ti, por qué te duele tanto, qué puedes hacer la próxima para evitar la caída.

No es fácil, claro. Pero encontrar en el dolor un motivo para mejorar no solo te ayudará a superarlo y, sobre todo, te ayudará a comprender mejor tus emociones y a encontrar mejores medidas de primeros auxilios la próxima vez que lo necesites.

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¿Qué piensas de estos primeros auxilios emocionales?

Fuentes:

Psicología y mente

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