El bosque que espía al clima: 60 años de secretos al descubierto investigando el clima en tiempo real en un paraje aparentemente apacible del noreste de Estados Unidos, donde se encuentra un bosque que fue protagonista de algunos de los estudios ecológicos más relevantes del último siglo.

Se trata del espacio verde experimental Hubbard Brook, un entorno natural que permitió investigaciones clave sobre cómo funcionan los ecosistemas sin intervención humana. Fue crucial, por ejemplo, para descubrir fenómenos como la lluvia ácida o para medir con precisión los efectos del calentamiento global.

Un experimento pionero

En 1955, un grupo de científicos y guardabosques seleccionó una zona boscosa en las Montañas Blancas de New Hampshire para llevar a cabo algo inédito: transformar un bosque real en un laboratorio ecológico a cielo abierto. Su objetivo era ambicioso: entender el funcionamiento completo de un ecosistema, desde el flujo del agua hasta el comportamiento de los nutrientes y la respuesta del entorno ante distintos cambios.

Así nació uno de los primeros estudios de lo que hoy se conoce como ecología de cuenca hidrográfica, un enfoque que analiza no solo especies aisladas, sino la dinámica integral del ecosistema. Para ello, dividieron el bosque en pequeñas microcuencas y comenzaron a registrar, con extrema precisión, cada elemento que entraba y salía del sistema.

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En 1955, un grupo de científicos y guardabosques seleccionó una zona boscosa en las Montañas Blancas de New Hampshire para llevar a cabo algo inédito: transformar un bosque real en un laboratorio ecológico a cielo abierto. (Foto: Pinterest)
En 1955, un grupo de científicos y guardabosques seleccionó una zona boscosa en las Montañas Blancas de New Hampshire para llevar a cabo algo inédito: transformar un bosque real en un laboratorio ecológico a cielo abierto. (Foto: Pinterest)

El experimento que reveló un desequilibrio invisible

Uno de los experimentos más llamativos en Hubbard Brook ocurrió en los años 60, cuando los científicos deforestaron una de las cuencas y aplicaron herbicidas para impedir el rebrote de vegetación. Aunque parezca extremo, el propósito era claro: observar cómo influye la pérdida de árboles en los ciclos del agua y los minerales.

El resultado fue sorprendente: el agua comenzó a escurrirse con mayor rapidez, arrastrando nutrientes clave como el nitrógeno y el calcio. El sistema entero perdió estabilidad, revelando un impacto mucho mayor al esperado. Fue una advertencia temprana sobre las consecuencias de la deforestación indiscriminada.

Pero eso no fue todo. Al estudiar la lluvia que caía sobre el bosque, los investigadores notaron algo alarmante: tenía un nivel de acidez inusual. Tras años de análisis, concluyeron que esta acidez no era natural, sino el resultado de contaminación atmosférica industrial procedente de fábricas lejanas. Así nació la primera prueba científica del fenómeno de la lluvia ácida, que cambiaría la forma en que entendemos la relación entre industria y naturaleza.

Un ecosistema bajo la lupa

Lejos de quedar como un caso aislado, Hubbard Brook se consolidó como uno de los observatorios ecológicos más importantes del mundo. Su constante recopilación de datos ha permitido estudiar cómo los bosques responden a fenómenos graduales como el cambio climático, el aumento de temperaturas o las alteraciones en las estaciones.

Hoy, el bosque sigue siendo un punto clave para monitorear la captura de carbono, las migraciones animales y los cambios en los suelos. También se prueban allí soluciones para mitigar el impacto del cambio climático, haciendo de este lugar una referencia global en ciencia ambiental.