Curioso: ¿Por qué los loros comen arcilla en la selva?: en la Amazonía, ciertos papagayos practican un hábito sorprendente a traves del consumo de tierra rica en minerales para neutralizar toxinas y proteger su salud. Un comportamiento ancestral que intriga a la ciencia y revela la sabiduría instintiva de las aves.
En medio del colorido caos de la selva amazónica, hay un fenómeno tan llamativo como enigmático: cada día, cientos de loros descienden en bandadas a los barrancos de arcilla, conocidos como colpas, para comer tierra. No es una costumbre accidental ni un comportamiento sin sentido: los científicos han descubierto que lo hacen como parte de un proceso natural de desintoxicación interna.
Extraño hábito
Este comportamiento, documentado en especies como el guacamayo rojo, el loro cabeza azul y el amazona frentiazul, consiste en ingerir arcilla mineral para neutralizar toxinas presentes en su dieta diaria. Muchos frutos y semillas de la selva contienen compuestos químicos defensivos, como los taninos o alcaloides, que en grandes cantidades pueden resultar tóxicos.
La arcilla actúa como un antídoto: absorbe estas sustancias antes de que entren al torrente sanguíneo, protegiendo al ave de posibles daños.
Pero eso no es todo. Las investigaciones también muestran que esta tierra especial aporta minerales esenciales como sodio, calcio y magnesio, que no abundan en otros alimentos naturales de la zona. Es decir, el consumo de arcilla no solo limpia, sino que también nutre.
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ecología de rito
Este acto, que podría parecer simple, es en realidad una muestra más de la inteligencia ecológica de las aves. A través de la evolución, han aprendido a identificar los sitios exactos donde la tierra tiene mayor concentración de los minerales que necesitan. Y lo hacen de forma ritual: en las primeras horas del día, cuando la tierra está más húmeda y los depredadores menos activos.
Para la ciencia, sigue siendo un ejemplo fascinante de cómo los animales autogestionan su salud, combinando instinto con observación del entorno. Para los humanos, quizás una invitación a reconectarnos con la sabiduría de la naturaleza.