¿Alguna vez consideraste a la Tierra como un ser vivo? Desde hace ya muchos años, los científicos vienen advirtiendo que nuestro planeta se encuentra enfermo, insisten en que ya no hay tiempo que perder y que necesitamos hacer un cambio radical para lograr sanar (o prevenir que siga esparciéndose la enfermedad).

¿El principal síntoma? La crisis climática.

¿El diagnóstico? La fiebre humana.

¿Conoces la Teoría de Gaia?

El científico inglés, James Lovelock, sacó a la luz su teoría denominada Gaia, la cual hace referencia a la diosa griega de la tierra y la fertilidad, la que lo crea todo naciendo del caos.

Esta teoría, ideada en 1969 y publicada 10 años después con el apoyo de la bióloga Lynn Margulis, elabora una hipótesis de que Gaia (es decir, la Tierra) se comporta como un sistema autorregulado con equilibrio.

La idea de James Lovelock expresada en una simple frase: «la Tierra se comporta como un organismo», incomodó a los científicos más ortodoxos, ya que ese organismo fue relacionado como: GAIA = MADRE TIERRA.

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Planeta

Pero, ¿qué quiere decir esto?

En 1965, Lovelock fue invitado por la NASA a colaborar en la primera exploración biológica a Marte.

En esta investigación, el científico realizó una comparación entre la Tierra y sus dos planetas vecinos, Marte y Venus, y descubrió que la principal diferencia entre ellos, es que la Tierra contiene una biosfera que autorregula las condiciones del planeta (temperatura, salinidad y atmósfera), por el cual hace que las condiciones sean hospitalarias como para contener vida.

Si la Tierra fuera como los demás planetas, a medida que aumenta la radiación emitida por el sol (por su envejecimiento), la temperatura se elevaría. Sin embargo, la biosfera regula la misma con los gases atmosféricos, para que la temperatura se mantenga estable dentro de los 20 grados promedio.

En conclusión, la Tierra es un sistema autorregulado, en el que convive una infinidad de seres vivos y no vivos en perfecto equilibrio, bajo una conciencia única: trabajar conjuntamente por el bien común.

Pero Gaia se encuentra enferma y este sistema autorregulado está en desequilibrio.

¿El principal síntoma? La crisis climática.

¿El diagnóstico? La fiebre humana.

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De qué trata la Agenda 2030

Desde hace más de 50 años nos llenan los oídos y mentes de palabras y discursos pero pocas acciones que realmente hagan la diferencia y devuelvan el sistema a su equilibrio original, gracias al cual la vida en la Tierra es posible.

En el año 2015, todos los Estados miembros de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobaron en un consenso histórico la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, un plan de acción a favor de las personas y el planeta en el cual se engloban los 17 ODS y 169 Metas.

Nos encontramos casi a mitad de camino de este ambicioso plan, a 8 años de las metas que nos propusimos, y que aún no hemos ni comenzado a implementar.

Somos conscientes de que los números se encuentran en rojo, que la fecha de caducidad cada vez se acerca más y a pasos agigantados, pero ¿cómo es que seguimos manteniendo y profundizando el sistema que nos ha traído a esta situación?

Según la Teoría de Gaia, para lograr este equilibrio autorregulado en la Tierra, todas las especies vivas tienen que trabajar bajo una conciencia común por el bien común. Sin embargo, somos la única especie que no está aportando a ese equilibrio.

Nosotros somos los causantes de esta enfermedad y no estamos haciendo nada para cambiar la realidad. Los avisos y las advertencias no faltan, pero nosotros no estamos escuchando, por nuestro afán de vivir en la abundancia, sesgados de la finitud de los recursos.

Esto no implica que no seamos conscientes de que es necesario un cambio en nuestras formas de vivir para aportar a este necesario equilibrio. Lo que falta es llevarlo a la acción.

El cambio individual y voluntario es un comienzo, pero para sostenerlo en el tiempo, es necesario un marco regulatorio que lo acompañe, fortalezca e impulse.

Se acerca la próxima instancia de negociaciones climáticas, COP 27 Sharm El-Sheikh, Egipto; y tenemos que acelerar el ritmo.

Somos la enfermedad, pero también somos la cura. ¡Está en nuestras manos!

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* Esta nota de opinión fue elaborada en base a un debate en torno a la Semana del Impacto de Veritas sobre la Agenda 2030, Barcelona 2022.