En sus inicios, el estoicismo era una filosofía completa que incluía valores éticos y también una metafísica. Como en casi todas las filosofías de vida, su aspecto metafísico buscaba generar especulaciones teóricas que respondieran a cuestiones tales como la visión e interpretación del mundo y su funcionamiento, con fundamento en las creencias propias de cada uno.

Su otro componente es la ética, que define la forma en que vivimos y actuamos. Una manera de construir los valores con los cuales nos comportamos en la vida.

En la actualidad atravesamos una etapa de cambios profundos e incesantes que se extienden a todas las áreas de la vida. La cuarentena y el confinamiento potencian el proceso, lo cargan de tensión y promueven adaptaciones y derivaciones sociales de diversa magnitud. Y, seguramente, aún no hemos alcanzado a comprender en la totalidad de su dimensión.

[También te puede interesar: 7 claves para empatizar con un tapabocas de por medio]

Ante la incertidumbre y la presión actuales, el ser humano busca alternativas que lo fortalezcan y le permitan disfrutar más de su vida, adaptándose cada día a los cambios y buscando métodos o sistemas que lo ayuden a centrarse. Son muchas las propuestas filosóficas, científicas, religiosas, de autoayuda, etc, que aparecen como opciones para el momento actual.

yoga

La filosofía estoica

Una opción filosófica que se percibe en crecimiento desde hace unos años es la filosofía estoica. Generalmente mal entendida, se la interpreta como una corriente fría y exigente, que conlleva la obligación de realizar prácticas sacrificadas.

Esto no es más que un estereotipo. Claro que, como todos los estereotipos, siempre esconde algo de cierto, y esas afirmaciones se generaron de alguna forma. Así nos dice Massimo Pigliucci en su libro Cómo ser un estoico.

Origen

El estoicismo más antiguo surgió en Atenas unos 300 años a.C, con Zenón de Citio y sus discípulos. Parte de una premisa importante: debemos vivir conforme a nuestra naturaleza. Esto no implica imaginarnos andando desnudos o abrazando los árboles. Lo que se busca con este pensamiento es conocernos y vivir de acuerdo con el tipo de seres y organismos que somos.

La respuesta a la que llegan los estoicos es que somos seres sociales que tenemos la capacidad de razonar, de aprender y de enseñar. En consecuencia, una buena vida humana es aquella en que usamos nuestras fuerzas para ser mejores, y también para mejorar la sociedad y la vida en comunidad.

trabajo equipo

Disciplina

Como otras filosofías prácticas, el estoicismo utiliza pequeñas disciplinas. Bañarse con agua fría, practicar meditación, hacer ayunos periódicos, entrenar el cuerpo en forma disciplinada, llevar un diario y realizar buenas acciones cada día.

Estos pequeños desafíos son los que más han trascendido y colocaron públicamente al estoicismo como una propuesta que requiere grandes sacrificios. En la actualidad, emprendedores y algunas celebridades destacan los sacrificios como lo más importante de la propuesta, olvidando que son simples herramientas para templar la voluntad y la disciplina.

Emociones

Otro de los elementos en que se basa el estoicismo es la división de las emociones en dos categorías: las negativas o disruptivas y las positivas o constructivas. No se busca suprimir las emociones sino, por el contrario, tomar conciencia de ellas y cambiar el espectro emocional que afecta a una persona normal.

[También te puede interesar: Meditación, una tendencia que se fortalece en el siglo XXI]

Las propuestas de filosofías antiguas, y principalmente prácticas, tienen muchos puntos en común que conducen a la autobservación en perspectiva, la meditación y el autoconocimiento. Es bueno que haya tantas opciones como seres humanos sobre la tierra. Cuanto más antiguo, naturalista y no místico sea el método, tiende a ser menos rígido, con un entrenamiento más integral y placentero, ya que comprende al ser humano como un conjunto de elementos de distinto grado de sutileza, que deben ser entrenados y usados de manera consciente y efectiva.

Generalmente, el quien practica una filosofía se convierte en el director de una orquesta mejor afinada, que responde a las indicaciones de quien tiene la batuta. El resultado es placer, belleza, intuición, autoconocimiento y mayor consciencia.