Santiago Arévalo tenía cinco años y vivía en la localidad argentina de Lavalle, en la provincia de Corrientes, junto con su familia. Una tarde, salió a disfrutar del aire libre junto con su prima Celeste Estéves, de cuatro años de edad. Pero esa salida le costaría su vida.

La casa de los niños se encontraba en un terreno lindero con un campo en el que se cultivaban tomates, que eran fumigados con agrotóxicos. Santiago murió a causa de intoxicación con esos productos, y su prima Celeste fue afectada y sobrevivió con secuelas luego de pasar tres meses hospitalizada en la provincia de Buenos Aires.

La muerte de Santiago ocurrió en 2011. Él ahora tendría 10 años de edad, pero el uso de agrotóxicos para producir más sin importar la vida de nadie le costó su futuro, y casi se lleva la vida de su prima también.

Santiago Arévalo

Sin embargo, tal vez lo más grave es que, antes de morir, el niño no consumió accidentalmente ninguna dosis grande del veneno: solamente pisó un charco de barro contaminado con el agrotóxico y la intoxicación fue demasiado grave para que su pequeño cuerpo pudiera procesarla.

El caso vuelve a cobrar importancia en estos días porque el dueño del campo, quien fumigaba con agrotóxicos sus plantaciones tomate, acaba de ser llevado a juicio en Argentina. La investigación indica que utilizaba Alfaendosulfan, un producto prohibido a nivel mundial. La carátula del caso es de “homicidio culposo y lesiones culposas en concurso ideal”.

Santiago no es el único niño que corrió la misma suerte. Un año después que él, José Carlos Rivero, otro niño de 4 años, también murió intoxicado con los agrotóxicos que se utilizan en las plantas de tomate. Pero hay miles de historias más que demuestran los daños que estos químicos producen, como la de la vida de Fabián Tomasi.

En los pueblos cercanos a campos fumigados con agrotóxicos en Argentina, la cifra de niños que nacen con problemas neurológicos es tres veces mayor que en las que están lejos de ellos, y la proporción de muerte por cáncer es de una por cada tres personas.

¿Cómo podemos evitar que esto siga sucediendo?

tomates transgénicos

Para que los agrotóxicos dejen de utilizarse a gran escala son necesarias leyes, juicios a grandes multinacionales con muchísimo poder en el mundo y apoyo de los gobiernos; pero también es necesario un cambio de conciencia al que todos podemos hacer nuestro aporte.

Consumir orgánico y local es una acción casi al alcance de todos (al menos de los que tienen el poder adquisitivo para decidir lo que consumen), y si las grandes empresas que no se preocupan por la salud de la población pierden a sus consumidores, quizás deberán cambiar la forma en la que actúan.

Puedes comenzar aprendiendo cómo distinguir los alimentos transgénicos de los ecológicos o conociendo detrás de qué alimentos que consumes a diario hay grandes compañías relacionadas con los agrotóxicos.