En ocasiones asociamos a los rituales con cuestiones de magia o poderes ocultos. Sin embargo, los rituales están presentes en casi todas las actividades humanas, y se componen de acciones simbólicas que permiten a los integrantes de una comunidad reconocerse, cohesionarse y mantener vivos los códigos que favorecen su unión.

Dice Byung-Chul Han que los rituales pueden definirse como técnicas simbólicas de instalación en el hogar, que trasforman el estar en el mundo en un estar en casa. Por ser elementos conocidos y de uso repetido, los rituales tranquilizan a las personas ubicándolas en un mundo conocido y seguro y dando estabilidad a sus vidas.

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Existen rituales muy diversos de acuerdo con el objetivo que persigan. Hay rituales de veneración de una divinidad que buscan rechazar una fuerza perjudicial o maligna. Otros son de festejo social, como las fiestas de cumpleaños o los aniversarios de bodas, que permiten ordenar el tiempo y celebrarlo.

Multitud de rituales han acompañando a la humanidad a lo largo de los siglos y muchos de ellos han perdurado hasta el día de hoy - casi siempre con alguna modificación para adaptarlos a nuevas circunstancias. Podemos encontrarlos en distintas actividades políticas, deportivas, religiosas, funerarias y recreativas.

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El símbolo es la más pequeña unidad que conserva las propiedades específicas de la conducta ritual. Mientras esté repleto de significado, el símbolo estará vivo. Además, su significado se actualiza y alimenta constantemente. El ser humano es un animal simbólico, y esa facultad lo distingue y a la vez explica todas sus realizaciones cognitivas y culturales.

La palabra símbolo proviene del verbo griego “symballein”, que significa arrojar varias cosas juntas. Algo visto como totalidad o como la visión de cosas reunidas en un todo. Los símbolos actúan como buscadores de información en ese gran depósito de experiencias humanas que es el inconsciente colectivo.

Carl Jung, al regresar de un viaje de estudios por la India, comenzó a utilizar el concepto de inconsciente colectivo, que en escuelas de filosofía muy antiguas ya se conocía como registro akáshico. En una conferencia dada en Alemania en 1932, afirmaba que "podríamos traducir la palabra 'símbolo' como algo visto como totalidad o como la visión de cosas reunidas en un todo".

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Recurrimos a un símbolo cuando tratamos con una gran variedad de aspectos que no podemos separar. Una multiplicidad de cosas que forman una unidad conectada y que están tan íntimamente imbricadas en todos sus elementos que no podemos separar o quitar parte alguna sin destruir las conexiones y perder el sentido de la totalidad.

Cuando los símbolos son fortalecidos por su uso, adquieren la característica de arquetipos. Son formas que se heredan y que, por estar presentes en todas las culturas, se incorporan a la naturaleza colectiva.

Preservemos los rituales y sus símbolos, ya que crean ejes de resonancia ecualizada que genera armonía y unión en la comunidad, modificando la sensación de estar muy conectados pero poco comunicados.