Adiós carne: este hongo se impone en las cocinas del mundo y se obtiene a partir de un hongo filamentoso llamado Fusarium venenatum. se trata del mycoproteína, una proteína vegetal que aunque su nombre no suene muy apetitoso, es la base de productos como Quorn y otras marcas plant-based que están ganando terreno en Europa, Estados Unidos y América Latina.
La mycoproteína se cultiva mediante fermentación, al estilo del yogur o la cerveza, y luego se transforma en nuggets, hamburguesas, albóndigas y filetes 100 % vegetales, con una textura sorprendentemente similar a la carne animal.
Nutrición y sostenibilidad: una combinación ganadora
- El atractivo de este hongo no solo está en su sabor o textura. La mycoproteína es:
- Alta en proteínas completas
- Baja en grasas saturadas
- Fuente de fibra dietética
- Libre de colesterol
- De bajo impacto ambiental (requiere menos agua y tierra que la carne)
Estudios recientes muestran que su producción genera hasta un 90 % menos de emisiones de gases de efecto invernadero comparada con la carne vacuna.
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De la ciencia al plato: cómo llegó a nuestras mesas
Aunque fue descubierta en los años 60, la mycoproteína se mantuvo en segundo plano durante décadas. Hoy, impulsada por la necesidad de alternativas sostenibles, empieza a formar parte de menús veganos, vegetarianos y flexitarianos, incluso en restaurantes de alta gama.
Además, su capacidad para imitar la carne sin necesidad de ultraprocesamiento químico la posiciona como una opción más saludable frente a otros sustitutos basados en soja o arveja.
¿Dónde se consigue y cómo se usa?
En Argentina y Latinoamérica ya se pueden encontrar productos congelados a base de hongos, aunque su presencia todavía es limitada. Sin embargo, marcas nacionales están empezando a explorar esta opción, y se espera un fuerte crecimiento en los próximos años.
En casa, se puede cocinar igual que una carne picada: salteado, empanado, a la plancha o en estofados. También se puede combinar con vegetales, legumbres o pastas.
El futuro es fúngico
El auge de los hongos comestibles como reemplazo de la carne no es solo una moda: es parte de una transformación profunda en la forma de alimentarnos. En un mundo que busca reducir su huella ambiental sin resignar sabor ni calidad, la micoproteína se abre camino como protagonista en la cocina del futuro.